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Fernando Simón, el portavoz que sabe más de olas del mar que de olas víricas

El portavoz de Sánchez no aprende: falló en todas sus previsiones, jugó con las cifras para proteger al Gobierno y negó la segunda ola mientras hacía surf de nuevo con la pandemia a tope.

Fernando Simón, siempre en la ola

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Albricias, Fernando Simón ha regresado de sus segundas vacaciones. Ha subido en globo, ha buceado y ha grabado un problema de televisión con Jesús Calleja. Vamos, lo normal cuando estás en plena pandemia y tú eres el responsable de analizarla y explicarla. Es un poco como si Churchill se hubiera ido a Ibiza en plenos bombardeos alemanes de Londres. Pero bueno, que hay gente para todo.

El caso es que Simón volvió a las canchas, algo menos moreno que Sánchez pero con buen aspecto general, para reconocer lo que ya sabíamos todos. Empezando por el Ministerio de Sanidad: que estamos en la segunda oleada.

En realidad, el nombre es lo único discutible: podemos llamarla segunda o, quizá mejor, continuación de la primera. Porque nunca se fue. Siempre estuvo allí. También en las estadísticas de Sanidad, que reflejan un incremento exponencial de los contagios desde julio.

A las pocas horas de que Sánchez anunciara que habíamos “ganado la batalla”, las estadísticas ya reflejaban que el bicho estaba en contagios similares a abril. Con menos muertes, pero un número de infectados creciente a toda prisa.

La tregua del COVID fue más un invento político, para que nos diéramos un respiro o para que no le salieran telarañas al Palacio de las Marismillas, que una realidad sanitaria: salvo unos días de junio, los brotes y rebrotes han estado siempre presentes en todo menos en los discursos victoriosos de un presidente que, en julio, se vanaglorió de derrotar al virus y a la crisis económica a la vez. Para esto de ahora.

La segunda ola, o la prórroga de la primera, nos ha vuelto a colocar como el país de Europa con más contagios. Aunque Simón, ojalá acierte en ello, aseguró que no veía probable que se repitiera el drama de marzo. Viendo sus antecedentes, eso sí, es para echarse a temblar: la última dijo que esto sería un constipado, batimos las peores marcas mundiales en mortalidad.

Pero los datos inquietan: la presión ya se traslada de la atención primaria a los hospitales; los fallecidos suben a 168 desde el viernes; las infecciones suben a 10.000 diarias para un total de 670.000 y, en fin, el panorama vuelve a ser desolador.

Analizarlo en términos regionales es un poco absurdo: la demagogia de hoy con Madrid quedará superada por la realidad de Castilla-La Mancha o del País Vasco mañana. Un dato lo demuestra: Madrid tiene el triple de población que el País Vasco. Pero “solo” el doble de contagiados. O diez veces más habitantes que Navarra, pero apenas duplica sus infectados confirmados por PCR en las últimas horas.

Las olas... de la playa

Con este panorama, no descarten que lleguen pronto las restricciones a toda España. No volverán los confinamientos drásticos. Pero sí las limitaciones de horarios y de movilidad. Porque este virus no entiende ni de ideologías ni de fronteras y muerde a todo lo que se menea.

Especialmente si se hicieron mal las cosas en origen, aquel infortunado mes de marzo plagado de fallos, negligencias y olvidos. Todavía estamos pagando esa ronda. Y a un precio muy alto. Aunque a Fernando Simón les ocupen más tiempo las olas de la playa que las del COVID. Ellos son así. Que nunca pare la fiesta.