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Irene Montero, la "sufridora" en el país de los muertos y los parados

La ministra de Igualdad ha mejorado su nivel de vida en relación inversamente proporcional a cómo ha empeorado la de los demás. Pero aún así denuncia que sufre mucho.

Irene Montero, poseída en el Congreso en diciembre

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Irene Montero tiene fina a Isabel Preysler. Ha vuelto a robarle una portada. Hace unos días en Diez Minutos. Y ahora en Vanity Fair. Aunque si escuchan sus respuestas antes de comprar la revista, pueden confundirse en el kiosco y pedir Mongolia, El Jueves o cualquiera de esos panfletos que, si vuelve a haber problemas de abastecimiento con el papel higiénico, tienen su utilidad.

Miren qué perlita suelta sobre sí misma: “Cuando se trata de una mujer joven, a la sociedad todavía le cuesta atribuirle brillantez, excelencia, credibilidad”. O esta otra, de sufridora, en un país con 50.000 muertos y llegando al 20% de parados:

“Si Pablo no fuera una persona extremadamente sensible, hubiese sido muy difícil transitar en nuestras condiciones los acontecimientos que hemos vivido. No es que me haya apoyado, es que lo hemos sufrido, reído y vivido todo juntos”.

Hombre, desde que llegaron ambos a la política prometiendo el oro y el moro a todo quisque, lo que ha pasado es lo siguiente: ellos se llevan 150.000 euros al año y viven en una mansión en Galapagar con todos los lujos…. Y el pueblo se ha despeñado por el barranco del desempleo, los cierres y la enfermedad.

Mejorar mejorar, lo que se dice mejorar, solo lo han hecho ellos, Echenique, Monedero y todos esos descamisados de 12 a 2 en Vallecas que luego se pegan homenajes gastronómicos en el barrio de Salamanca inasumibles para el común de los bolsillos y que ellos se permiten, exclusivamente, con cargo al erario público: ninguno tiene precisamente trienios de cotización en la Seguridad Social, por cuenta ajena al contribuyente.

Puestos a sufrir, Irene, quizá al pueblo le gustaría sufrir como tú. Ellos solo salen en las listas del paro y tú en las revistas del corazón. Como todas las marquesas.

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