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Lo mal que estoy y lo poco que me quejo

Lo que cambia el cuento cuando el que confina es el Gobierno central. Ha sido salir Illa y esconderse los sindicatos. Y fotos de Atocha llena no hay, porque la competencia es del Ministerio.

Pedro Sánchez, encantado consigo mismo

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Si tuviera que dedicarle una canción a la totalidad de la izquierda española en estos momentos, sin duda alguna, sería la de Lo mal que estoy y lo poco que me quejo de El Kanka.

¿Aún recordáis el soberano lío que se armó cuando la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, decidió confinar algunos barrios y municipios? Cuando, mientras se anunciaban las medidas restrictivas, los sindicatos ya estaban en Sol, dispuestos a darlo todo, agitando a los de siempre con el ingenioso invento que bautizaron como el “confinamiento de clases”.

Porque afectaba mayoritariamente a los municipios del sur de Madrid. Y cuando la dicha es buena, no hay momento malo para desempolvar la ya tan manida lucha de clases.

Y así fue cómo los mismos que con tanta saña criticaron y tacharon de irresponsables a los “Cayetanos” que salieron, cacerola en mano, a protestar contra la gestión de Pedro Sánchez, terminaron amotinándose en las calles de Madrid contra la gestión de Ayuso.

Hay que ver lo mucho que cambia el cuento cuando el que confina es el Gobierno central. Ha sido salir Illa y esconderse los sindicatos. Ha sido enterarse de que las competencias de la gestión de Renfe son del Ministerio de Trasportes con el señor Ábalos Meco a la cabeza y dejar de compartir con indignación fotos de Atocha hasta la banderilla de viajeros.

Al día siguiente se difundía por todos los medios, por purísimas casualidades de la vida, la noticia de que Atocha y Chamartín registraban el menor número de viajeros desde el fin del estado de alarma. Me lo creería, pero, como reza la canción, “el médico me ha dicho que ponga en entredicho la verdad más verdadera”.

El médico de El Kanka debe de apellidarse Redondo. Porque entre sus múltiples recomendaciones está la de “que a cada dolor nuevo le busque un placebo”. Y en esas estamos: no importa que hayamos parado el corazón económico del país porque tenemos Memoria Democrática para rato.

Y para cuando se acabe volveremos a mirar con perspectiva de género cualquier tema de actualidad o, a unas malas, repasaremos una vez más los beneficios de una posible república.

“Tengo el alma en cuarentena y roto el cuerpo”, sigue El Kanka. Como España. Solo que lo que nos tienen en cuarentena es la ciudad de Madrid. Y lo que terminarán rompiéndonos es el país entero.