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El plan de Irene Montero para que Paco se pueda llamar Conchita en cinco minutos

La ministra de Igualdad ultima la ley más delirante de su laboratorio de ideas gloriosas, con el feminismo en contra... y el silencio de Carmen Calvo y compañía.

Irene Montero, de momento

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Irene Montero y las hiperventiladas que la acompañan en el Ministerio de Igualdad a Ratos, ese que prohíbe las azafatas en la Fórmula 1 pero se traga los chistes sexistas de Fernando Simón o los azotes hasta sangrar de Pablo Iglesias; ya ultiman la Ley de Identidad Trans, un engendro que no ayuda a los transexuales y tiene fumando en pipa a las feministas de toda la vida. Con razón.

Básicamente, el nuevo invento de la concienciada ministra que ya la lio parda el 8M con su empeño en celebrarlo para conmemorar una Ley de Libertad Sexual hoy olvidada; consiste en que si tú eres un hombre y te llamas Paco pero te levantas tontorrona, puedes ir a la Comisaría a que en el DNI te ponga que eres mujer y te llamas Conchita.

Sin informes médicos, sin seguimiento alguno, sin la atención que sin duda merecen las personas dispuestas a experimentar una metamorfosis tan traumática como liberadora para ellas.

Lo llaman “reconocimiento del derecho a la libre determinación de la identidad de género” e incluye a menores de edad entre 16 y 18, que podrán elegir si son hombres o mujeres y cambiarlo en el registro sin permiso de los padres.

El delirio legal de Irene Montero se carga años de lucha feminista y denigra la condición de mujer a un capricho de 5 minutos

El equipo que trabaja en estas cosas es el mismo que dijo que la heterosexualidad es machista y que los hombres deberían ser penetrados para acabar con el heteropatriarcado. Una sandez en cualquier momento, incluso a altas horas de la noche en un sórdido garito de carretera, pero especialmente sonrojante cuando a cambio de dar la nota le cargas al erario público una nómina con tres ceros.

Para esta camarilla, no existen los sexos biológicos, una afirmación no superada ni por las inolvidables impulsoras del "Santuario de gallinas violadas" en sus mejores tiempos. Uno es lo que quiere ser, vienen a decir. Sea hombre, mujer, geranio, lubina o mesa camilla. Y se creen tan progres y tan modernas cuando, en realidad, se han cargado años de lucha de las mujeres por ser reconocidas y tener los mismos derechos.

Llámame Vanessa

Con esta ley en la mano, que avanza viento en popa, ahora cualquiera podría levantarse revoltoso, acudir al registro y decir que le pongan Vanessa llamándose Curro o que Andrés pase a llamarse a Mónica.

Y, suponemos, ponerse e de número dos de Podemos, por lo de las listas cremallera; de vicepresidenta del BBVA, por lo inclusivo en los Consejos de Administración; y de capitana del equipo de tenis de España, por si sueña con ir a una Olimpiada.

¿Se lo van a tragar Carmen Calvo, Margarita Robles, Nadia Calviño y tantas otras mujeres feministas por no desairar a la Marquesa de Galapagar y a la secta de Waco que la acompaña y se lleva una pasta por transformar en ley sus delirios? Pues tiene toda la pinta.