Sánchez prefiere el plan B para soltar a Junqueras: el Rey Felipe tiene la clave
La apuesta del PSOE por ERC es absoluta para consolidar un puente aéreo político entre Madrid y Barcelona. Pero el cielo está lleno de nubarrones y en Moncloa lo saben.
Los pactos no escritos con ERC y Bildu son lamparones en el traje de Pedro Sánchez. “Gobernar es comer sapos”, dicen a modo de excusa desde La Moncloa. Las cuentas públicas pueden garantizar al Gobierno la Legislatura, pero su estabilidad dependerá de las elecciones autonómicas del 14-F.
Si los de Oriol Junqueras ganan el pulso en el seno del secesionismo y pueden gobernar Cataluña, el sanchismo cree que eso facilitaría un intercambio de cromos entre Barcelona y Madrid. Una derrota, en cambio, representaría el punto final para una cúpula partidaria de la salida negociada, vía mesa bilateral, al mal llamado “conflicto” catalán.
Por eso, Sánchez está volcado en consolidar a ERC ante el votante separatista. Para ello ha regalado a Gabriel Rufián el blindaje de la inmersión lingüística en la escuela o el ataque al modelo de bajos impuestos consagrado por Isabel Díaz Ayuso en Madrid.
También por eso, La Moncloa sigue empeñada en rebajar los delitos de rebelión y sedición. El entorno presidencial plantea la reforma del Código Penal como otro “guiño” a los condenados por el 1-O. Pablo Iglesias va un paso más adelante y aprieta al PSOE con los indultos de los golpistas.
A tanto llega la cosa, que Unidas Podemos quita importancia a esa medida y la vende como si fuera un mero trámite legal. A ojos de los morados, el movimiento favorable del Gobierno debería llegar antes que las urnas. Y dan por descontado que ese paso va a darse.
Implicaría la firma del Rey en los reales decretos. Estaría servida la humillación al Estado y al propio Felipe VI, cuya elogiable reacción aquellos días sirvió de estímulo a tantos alarmados ante el grave atentado contra España y sus normas democráticas.
La operación conlleva un alto desgaste para Sánchez. El presidente lo sabe. En alguna ocasión ha comentado sus miedos a su círculo más cercano. De ahí que no desee apretar el paso, más bien echar momentáneamente el freno.
Los indultos permitirían a ERC presentarse ante sus votantes como la formación capaz de doblar el brazo a España
Estrechos colaboradores suyos todavía recuerdan el desliz de Miquel Iceta durante la carrera electoral de 2017, cuando se mostró a favor de los indultos de los todavía no condenados. El desacertado cálculo del candidato socialista no le salió gratis. En Ferraz saltaron las alarmas.
En los trackings las expectativas del PSC sufrieron un severo retroceso. Iceta fue incapaz de levantar cabeza desde ese momento. Su error le dejó muy lejos de cumplir sus objetivos, incluida la fantasía de llegar al Palau de la Generalitat gracias a la llamada fórmula Borgen, en referencia a la serie danesa en la que el tercer partido se hace con la presidencia de un gobierno de coalición con fuerzas dispares.
Aquel antecedente pesa todavía, aunque la debilidad de Sánchez haga que la tentación de consagrar a los separatistas sea muy grande. Sabe bien el presidente que los indultos permitirían a ERC presentarse ante sus votantes como la formación capaz de doblar el brazo a España. Palabras mayores entre la parroquia secesionista.
Rehén de sus "socios"
Pero también es consciente del auténtico desprecio que supondría para el conjunto de los españoles. De ahí que La Moncloa prefiera, al contrario que Iglesias, seguir “la otra vía”, la reforma del Código Penal, para permitir que los líderes independentistas condenados salgan a la calle.
Aunque todavía no tengan prevista la fecha para que pase por el Consejo de Ministros. Con todo, de una u otra manera, confirma la debilidad de un Sánchez rehén de sus radicales compañeros de viaje. Es lo que tiene tratar de comprar “tiempo” en el poder. Sale siempre muy caro. Sobre todo para los españoles.