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El nacionalpopulismo suma al precio que sea; el centroderecha solo sabe restar

Los pactos del PSOE con Podemos y el separatismo salen reforzados y son más peligrosos que nunca, pero la fragmentación del centroderecha impide una respuesta eficaz y con futuro.

Pedro Sánchez y Salvador Illa

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Más allá de quién sea finalmente el presidente de Cataluña y con quién gobierne, las Elecciones del 14F dejan un poso muy amargo. Todo lo que podía haberse enfriado se ha calentado y todas las alianzas vigentes desde 2018 al menos, se han reforzado.Probablemente el investido sea el líder de paja de ERC, Pere Aragonés, un mero delegado del auténtico poder en la sombra, el condenado Oriol Junqueras, que tiene en su mano la gobernación de la Generalitat y, además, la estabilidad de La Moncloa: que de un preso por sedición y malversación dependa qué se hace en Cataluña y cómo se gobierna en España lo dice todo del triste momento.

Porque lo haga ERC con el resto del independentismo o lo haga con el mismo respaldo externo del PSOE que los republicanos dan a Pedro Sánchez en el Congreso; el secesionismo ha salido victorioso en su conjunto y, de un modo u otro, su discurso seguirá marcando la agenda política nacional: quizá no desde el unilateralismo, que acaba siempre en el banquillo, pero sí desde la negociación coercitiva y el asalto a las costuras del Estado de Derecho.Del mismo modo, la agenda de concesiones del Gobierno español, ya en marcha, no ha quedado desmontada por las urnas, si no todo lo contrario: ahora más que nunca Sánchez se sentirá autorizado para incrementar las regalías con que se ha pagado sus investiduras, la moción de censura y hasta los Presupuestos Generales del Estado. Al precio que fuera.

Mientras la izquierda ha aprendido a sumar al precio que sea; el centroderecha no ha dejado de restar

Finalmente, la cohesión del PSOE y Podemos, más allá de tensiones coyunturales, también se consolida, dibujando un paisaje desolador a futuro donde al populismo de ese acuerdo se le consolida sus pactos con el independentismo, visibles en Madrid, en Barcelona, en Navarra y en el País Vasco.

¿Y el centroderecha?

La debilidad del centroderecha, sumido en una crisis de identidad por la tétrica fragmentación de los apoyos de cada partido y la dificultad para trabar alianzas electorales previas; deja sin respuesta eficaz al mayor desafío que padece el país en lustros.Mientras la izquierda ha descubierto cómo sumar, con quien sea y con el pago que sea, liberales y conservadores no han hecho otra cosa que restarse entre ellos y degradar el valor en escaños que tienen los votos obtenidos por todos ellos en su conjunto.Urge una reacción, pues, que esté a la altura del reto a la España conocida que supone la alianza nacionalpopulista vigente. Y si PP, VOX y Cs no responden a esa evidencia, los electores acabarán haciéndolo por ellos de un modo u otro.