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El 8M ya fue letal una vez: es criminal volver a repetirlo y debe prohibirse

Sanidad no puede limitarse a desaconsejar las marchas feministas: debe lograr que se prohíban, como cualquier otro evento de masas en plena pandemia.

Irene Montero

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Con un despliegue de irresponsabilidad sonrojante, Irene Montero lleva días alentando la celebración del 8M, sin renunciar a concentraciones masivas que le impidan, hasta en estas circunstancias seguir monopolizando una causa tan justa como manipulada por los paladines de la ideología de género.Nadie discute la igualdad de oportunidades y derechos entre hombres y mujeres; pero muy pocos pueden compartir la traducción sectaria de esa máxima que se hace desde el Ministerio de Igualdad, un engendro ideológico capaz de hacer desagradable, incómodo o simplemente delirante un objetivo común que felizmente comparte la práctica totalidad de la sociedad.

Si el 8M sectario de los últimos años ya es discutible en sí mismo, y solo hay que leer los manifiestos que lo impulsan para percatarse de su insoportable frentismo demagógico; las circunstancias sanitarias deberían hacerlo inviable. Como tuvo que serlo ya el año pasado.

Sanidad no puede conformarse con distanciarse del 8M: tiene que lograr la prohibición de las marchas

Pero lejos de eso, Igualdad mantiene su convocatoria y la Delegación del Gobierno en Madrid le asiste, con una regulación de la participación difícil de controlar y, en todo caso, inaceptable: aunque solo hubiera marchas de 500 personas, son demasiadas en un país donde las reuniones familiares y todo tipo de contactos personales o están prohibidos o restringidos a cupos máximos de seis personas.

Kamikaze

Si ya resulta negligente convocar a nadie con este panorama, se agotan los adjetivos para calificarlo con los antecedentes de hace un año: entonces ya constaban las alertas sanitarias muy firmes de la Unión Europea o de la OMS, y pese a ello se celebraron manifestaciones decisivas para extender el contagio y provocar un exceso de 23.000 muertes, según los precisos cálculos de las Universidades de Zaragoza y Rovira i Virgili.Aquel 8 de marzo fue casi criminal, haya o no finalmente consecuencias judiciales. Y éste puede volver a serlo con las cifras de contagios aún muy altas y la amenaza de una cuarta ola aireada ya por la comunidad científica. Por todo ello, la ministra de Sanidad, Carolina Darias, o puede conformarse con rechazar la conmemoración y desaconsejarla: ha de ir más lejos y lograr su suspensión. Cualquier otra cosa será kamikaze e irresponsable en grado máximo.

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