Comunidad sin ley, Gobierno sin límites
¿Qué modelo de país estamos construyendo con ello? ¿Uno en el que no viven en paz ni las papeleras? ¿Uno en el que con una comunidad autónoma a medio quemar el presidente solo manda tuits?
Llevamos más de una semana contemplando el desastre de Cataluña. En todos los sentidos. Una comunidad autónoma que hasta hace bien poco era uno de los principales motores económicos de España hoy en día se halla sumida en el caos, tomada por aquellos a los que lo único que les importa es que no falten adoquines porque sin ellos sería harto complicado el reventar algún que otro escaparate.
¿Desde cuándo hay en España una franja de Gaza?
Comercios cerrados: por la pandemia, claro, pero también por miedo. Calles sucias: llenas de restos de objetos quemados. ¿Desde cuándo hay en España toda una franja de Gaza? ¿Desde cuándo hemos asumido que Cataluña más que una comunidad autónoma cualquiera es la moneda de cambio que tanto a los independentistas como al Gobierno del país les sirve para seguir viviendo del cuento?
Pues unos la abandonan para no cabrear a ERC, cuyo apoyo necesitan en el Congreso, y otros hacen lo propio para no perder la fuerza de los radicales y de esta forma no tener que experimentar tampoco su ira en carnes propias.
Una cadena de favores de toda la vida. Los CDR se los hacen a los independentistas que a su vez se los aseguran al Gobierno. Los ciudadanos de a pie no cabemos en esa ecuación: vivamos en Cataluña o fuera de la misma. Y el hecho de que todos lo tengamos tan claro solo lo hace más espeluznante.
¿Qué modelo de país estamos construyendo con ello? ¿Uno en el que no viven en paz ni las papeleras? ¿Uno en el que con una comunidad autónoma a medio quemar lo único que hace el presidente del Gobierno es mandar tuits de apoyo? ¿Cómo podemos pretender pintar nada en Europa si no lo pintamos ni dentro de nuestras propias fronteras?
Y es que el modelo español no es menos por tener playa y copas por mucho que lo diga Íñigo Errejón, lo es por la falta de “porteros” en esta fiesta del sol. Nos vendría bien una industrialización, sí, pero mejor aún nos vendría ponernos antes con algo tan sumamente básico como el orden en las calles y la seguridad de nuestros negocios y nuestros ciudadanos.
Y no, no es culpa de Pablo Iglesias, que sencillamente aprovecha sus conocimientos de marketing político para pillar todas las semanas sus 20 minutillos de prime time. Es culpa de Pedro Sánchez, que en diez días de revueltas ha mandado dos tuits y ningún efectivo. Unidas Pueden: unos preparan las cortinas de humo y otros se dedican a dilapidar las arcas públicas a su antojo antes de que el humo se desvanezca. Hay que reconocerlo: son un buen equipo, qué pena hayan decidido jugar contra España.