El único "tamayazo" era el de Sánchez y Arrimadas en Murcia
Quienes quisieron romper un Gobierno con premios institucionales fueron Ciudadanos y el PSOE, no el PP ni los diputados naranjas que finalmente han rectificado.
Finalmente, no parece probable que haya relevo en el Gobierno de Murcia, tras la rectificación de tres de los seis diputados de Ciudadanos que en principio habían mostrado su disposición a apoyar una moción de censura encabezada por su alocada líder pero impulsada, de manera evidente, por Pedro Sánchez e Inés dentro de una estrategia que incluía a Castilla y León y, probablemente, la Comunidad de Madrid.Aunque Arrimadas haya intentado limitar a Murcia su estrategia, con peregrinas apelaciones, los hechos demuestran una sintonía clara de medidas similares en todas las Comunidades Autónomas donde ella se veía con capacidad de romper la alianza con el PP y de provocar cambios de Gobierno: solo en Andalucía, donde el líder autonómico actúa con independencia, no han soplado vientos de inestabilidad resumidos en cuatro mociones de censura anunciadas en 24 horas.Una en Murcia, dos en Madrid y otra en Castilla y León, firmadas por distintos partidos y en distintas circunstancias, pero unidas por la misma razón: todas comenzaron cuando Ciudadanos presentó la suya, de la mano del PSOE, para expulsar al PP y quebrar la coalición que mantenían ambas formaciones en la Comunidad y el Ayuntamiento de Murcia.
Que Arrimadas haya pretendido desvincularse de la onda expansiva de su decisión es tan absurdo como que proteste por las consecuencias de sus maniobras en Madrid: por mucho que insista ahora en que no tenía pensado desalojar a Ayuso y que, en consecuencia, no procedía la convocatoria de nuevas Elecciones, los hechos la desmienten y las razones esgrimidas por la presidenta regional madrileña, son solventes.¿Cómo fiarse de un socio que, sin previo aviso, presenta una moción de censura con nocturnidad y alevosía en Murcia; calienta otra en Castilla y León y provoca otras dos en Madrid? En el último caso, la participación de Ciudadanos en el ramplón intento de evitar la convocatoria electoral y su alineamiento con quienes intentan retorcer la ley para sortear las urnas y anteponer las mociones de censura de Gabilondo y Errejón, terminan por darle la razón a Ayuso.Y el sorprendente enfado de los portavoces nacionales del PSOE y de Cs al conocerse el fracaso de la moción de Murcia, prueba además que no era una acción local. La frustración exhibida por Adriana Lastra y Edmundo Bal, delegados de Sánchez y Arrimadas, es la mayor demostración de que existía un plan conjunto cuyos límites se desconocen pero, en todo caso, no terminaban en Murcia.
El único "tamayazo" es el de Arrimadas y Sánchez, que además de indigno ha sido torpe y, probablemente, sirva para escribir el epitafio político de la dirigente
Si bochornoso ha sido su comportamiento oscurantista y artero, ya resulta escandalosa la manera de digerir el fracaso, denunciando un "tamayazo" como el que, en 2003, evitó que el PSOE consiguiera la presidencia de Madrid por la negativa de dos de sus diputados a investir a su entonces candidato, el hoy diputado Rafael Simancas.Más allá de las dudas que pueda presentar aquel episodio, achacado a oscuras maniobras del PP nunca demostradas con las que quisieron tapar las evidentes luchas internas del socialismo madrileño, en este caso el único "tamayazo" que puede denunciarse es el que han querido cometer una parte de Cs y todo el PSOE.
El tamayazo de Arrimadas y Sánchez
Es Arrimadas quien ha estado dispuesta a obtener el poder en Murcia que no le dieron los electores, elevando a la presidencia a una candidata que, desde el propio Gobierno, ha intentado llegar a la cima que no le dieron los votos. Y es el PSOE quien, con tal de derribar a su rival, no ha tenido problemas en secundar una operación vergonzosa de asalto a las instituciones y a los presupuestos públicos.Que tres diputados naranjas se hayan borrado de ese sainete no les convierte en tránsfugas, sino todo lo contrario: mantienen los acuerdos firmados, respetan la voluntad de los murcianos y, simplemente, se quedan en el lugar donde ya estaban.El único "tamayazo" es, pues, el de Arrimadas y Sánchez, que además de indigno ha sido torpe y, probablemente, sirva para escribir el epitafio político de una dirigente extraviada que ha conducido a su partido al borde del precipicio.