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¿Va a consentir el PSOE que Sánchez cometa el mayor error de su historia?

El PSOE debe rebelarse contra un dirigente temerario que pone en peligro la estabilidad de España para mantener a duras penas la suya propia.

Emiliano García Page y Pedro Sánchez

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Las tibias reacciones de los presidentes castellanomanchego y extremeño, García Page y Fernández Vara; o la del diputado y exalcalde de San Sebastián, Odón Elorza; son las únicas excepciones al seguidismo generalizado en el PSOE a las decisiones de su líder plenipotenciario, Pedro Sánchez.Resulta insólito que un partido que hace menos de cuatro años hizo dimitir a Sánchez por su intentona inicial de pactar con el independentismo, tras su segunda derrota en seos meses frente a Rajoy; ahora acepte sin más su sometimiento, y el de España, al estricto interés político de un dirigente capaz de entregarlo todo con tal de mantenerse en el poder.La concesión de indultos a delincuentes que, lejos de arrepentirse, se reafirman en su comportamiento y anuncian que lo repetirán en cuanto puedan; reclama sin duda una respuesta institucional del Congreso, de la justicia, de la sociedad civil e, incluso, de la propia Europa. Todas ellas están en marcha y darán unos resultados u otros pero en todo caso cumplirán con su función.

El PSOE no puede tolerar que Sánchez indulte a unos delincuentes que ya anticipan que volverán a hacerlo

Pero falta la del PSOE, un partido capital para estructurar la España democrática que no puede renunciar a ese papel por el capricho de un presidente desnortado. La lealtad a las siglas no puede ser superior a la del país. Y la obediencia debida no justifica, en ningún caso, el acatamiento de un abuso en marcha.

Porque si grave es devaluar la acción de la Justicia y dejar impune el comportamiento indecente de los máximos responsables de cumplir y hacer cumplir la Constitución; saltarse esas líneas para aumentar el conflicto en lugar de para frenarlo, es temerario.Sánchez no está intentando liberar solo a unos condenados, sino legitimando su causa y animando a que la culminen. Y esa actitud, sustentada en exclusiva en su supervivencia personal, no puede quedar legitimada desde dentro del PSOE si aún queda allí alguien con el respeto, la decencia y la lealtad a su país necesarios para plantar cara, al precio que sea, a semejante abuso.