ESdiario

Ely del Valle

Se impone la prudencia por encima de los juegos de estrategia

El adiós a las mascarillas tiene muchas probabilidades de convertirse en un hasta pronto

Se impone la prudencia por encima de los juegos de estrategia

Creado:

Actualizado:

Después de tres días, veo con sorpresa, agradable por cierto, que la mayoría de la gente sigue usando la mascarilla por la calle. Se ve que estamos curados de espanto y que, ante las dudas, que siguen siendo muchas, más vale prevenir. Después de año y medio, y en vista de que países como Portugal o Israel han tenido que volver a las andadas, tampoco pasa nada por ser cautelosos, y más si tenemos en cuenta que tenemos un Gobierno más preocupado por intentar tapar miserias a base de repartir caramelos que por hacer las cosas con cabeza.

Abrir la mano, o las bocas, cuando tenemos a cientos de estudiantes contagiados por un macro brote de coronavirus, varias cepas mutantes al acecho y a millones de personas vacunadas que, aunque sin síntomas, pueden seguir contagiando, es de una irresponsabilidad supina.

lo que la mayoría queremos es, como diría García Márquez, vivir para contarla

De entrada, las tan cacareadas autoridades sanitarias tenían que haberse esforzado en explicar eso mismo: que las vacunas no nos inmunizan contra el virus. Lo que hacen es evitar que, en el caso de que nos contagiemos, padezcamos sus síntomas. Eso significa que podemos convertirnos en portadores del dichoso coronavirus sin saberlo, y por lo tanto, hasta que el 100% de la población, no ya de España, sino del mundo entero esté vacunada, el peligro sigue ahí. Puede sonar brutal, pero es lo que hay.

Las mascarillas se han revelado como el instrumento más eficaz para evitar la trasmisión del virus, y ya nos lo ocultaron en los primeros momentos simple y llanamente porque el Ministerio de Sanidad fue incapaz de conseguir que llegaran para todos. Ahora, y echando mano al conocido refrán de que la mancha de mora con mora verde se quita, se anuncia a bombo y platillo que por fin podemos ir por la calle sin protección, como si la alegría de que no nos vaya a sudar el bigotillo fuera suficiente para que contestemos al CIS de Tezanos lo que Tezanos querría que contestemos.

Llegados a este punto, y tras muchas pérdidas, tantas que ya han pasado a formar parte de una normalidad absolutamente anormal, lo que la mayoría queremos es, como diría García Márquez, vivir para contarla, y si para eso hay que seguir utilizando la mascarilla, pues la seguiremos usando. Al fin y al cabo, nos ha protegido durante muchos meses de alergias, de gripes, de saludos falsos y de falsas sonrisas, que es algo muy de agradecer porque el amor y la alegría de un encuentro como mejor se reflejan es en la mirada, y esa, afortunadamente, está a salvo de pandemias y de intereses puntuales.

tracking