Inseguridad nacional: el peligro autoritario de la última Ley de Sánchez
El Gobierno profundiza en una evidente deriva autoritaria proponiendo una Ley de Seguridad Nacional que remite más a Cuba o Venezuela que a un Estado de Derecho pleno.
En las últimas semanas estamos viviendo una ofensiva clara desde el Gobierno socialcomunista contra nuestro Estado democrático y social de Derecho. Hasta ahora pensábamos que era únicamente la parte comunista la que se encontraba inmersa en ese asedio contra la Constitución, pero los últimos acontecimientos nos hacen pensar que es un proyecto del Gobierno sin fisura alguna.
Entre todas las iniciativas de este gobierno con claros “tics” autoritarios, la más grave es el anteproyecto de Ley de Seguridad Nacional, parece que al PSOE y su aliado comunista les gustaría volver a la etapa preconstitucional.
Toda democracia se diferencia de la dictadura no solamente en que se participa mediante el voto como decía Charles Bukowski, si no en el respeto a las libertades de los ciudadanos y al estado de derecho. Es necesario plantearse lo peligroso que resulta que se toleren los “tics” autoritarios de este Gobierno.
Pues el control de las libertades de los ciudadanos no puede regularse en una ley fuera de la supervisión judicial, ni siquiera bajo el paraguas legal del Estado de Alarma.
Me preocupa la deriva autoritaria que está transmitiendo este Gobierno, porque no es lícito que nos estén dando a elegir entre seguridad o libertad, porque los ciudadanos en una sociedad democrática queremos seguridad en libertad y libertad de estar seguros.
El Poder Judicial y el Tribunal Constitucional tendrán mucho que decir sobre si esta ley puede restringir derechos fundamentales como el de la propiedad privada, la intimidad, las libertades de expresión o prensa, y la de fijar libremente nuestro domicilio entre otros, sin control del poder legislativo y judicial.
Nunca las ideas comunistas han sido relevantes en una sociedad democrática y siempre han intentado introducirse de forma silenciosa a través del socialismo cuando éste ha tenido un declive
Se necesita más que nunca un Gobierno que transmita confianza y que no nos intente callar cuando pedimos explicaciones. En realidad, lo que necesita nuestro país para garantizar el Estado de Derecho, es más democracia, más transparencia y más eficacia. Por lo tanto, menos autoritarismo.
Nunca las ideas comunistas han sido relevantes en una sociedad democrática y siempre han intentado introducirse de forma silenciosa a través del socialismo cuando éste ha tenido un declive ideológico.
El ejemplo lo tenemos en la actualidad en España; estamos ante un partido socialista que ha perdido la batalla de las ideas y ha mutado en un sanchismo cuyo programa está reflejado en el libro “Manual de Resistencia”, es decir, únicamente resistir, día a día, es el proyecto de Pedro Sánchez, por lo que es necesario para sus intereses esconder dentro de una ley de seguridad nacional, su deseo de controlar la sociedad.
Presiones a la Justicia
Me gustaría que todos hiciéramos una operación de abstracción y pensáramos qué estaríamos diciendo si escucháramos en algún medio de comunicación que un gobierno ha presionado al presidente del Tribunal Constitucional para que cambiar una sentencia contraria a los intereses de dicho gobierno, o que los ministros ataquen al Tribunal que fiscaliza las cuentas públicas para que acepte perdonar una multa a unos políticos golpistas socios del partido que gobierna y que le permiten seguir en el poder. Sin duda, pensaríamos que es un gobierno autoritario.
Los ciudadanos atónitos, pensaríamos que eso solo puede ocurrir en regímenes dictatoriales como Cuba o Venezuela. Pero si encima nos enteramos que en ese país se ha condenado al gobierno por vulnerar derechos a los ciudadanos, sometiéndolos a medidas de privación de libertad sabiendo que se infringía la Constitución, en seguida nos escandalizaríamos. Pues eso está pasando en España.
Es necesario recordar la frase de Martin Luther King que ponía de manifiesto que lo peor de las crisis no eran las acciones malas o las decisiones mal tomadas sino “el silencio de los buenos”. Es necesario que nuestro silencio no pueda ser interpretado como aceptación de las propuestas que este gobierno quiere imponer por la puerta de atrás. Me niego a colaborar con mi silencio y que se pretenda legitimar un ataque a nuestros principios constitucionales.