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Habrá AVE antes entre Reus y El Prat que un tren decente a Extremadura

Pedro Sánchez sigue blanqueando y reforzando al separatismo con cesiones políticas, económicas e institucionales que lo harán más contundente e impune en su próximo pulso al Estado.

La cumbre bilateral entre Moncloa y la Generalitat

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El Gobierno anunció el desbloqueo de la ampliación de El Prat, con un presupuesto de 1.700 millones de euros, coincidiendo con el comienzo de las negociaciones bilaterales entre Madrid y Barcelona que conceden a la Generalitat un estatus distinto al del resto de Comunidades Autónomas para, a continuación, premiar a su costa esa supuesta diferencia.Que solo 48 horas después de la Cumbre de Presidentes celebrada en Salamanca, con nulos compromisos y avances salvo en el caso del País Vasco, se privilegie al dirigente que la boicoteó con su ausencia; deja claro el punto de partida y la naturaleza del encuentro: no es, como pretende Sánchez, un esfuerzo del Gobierno por sembrar la concordia en Cataluña; sino la manifestación palmaria de su dependencia del separatismo, a quien debe su puesto.

En ese sentido, es menos importante lo que ya se ha acordado que la manera de hacerlo y las razones para hacerlo, con una liturgia que pone en la misma jerarquía a una Comunidad y al Estado y avala, sin duda, las pretensiones de ésta en una materia tan innegociable como la cohesión territorial y el orden constitucional. ¿O acaso creen Sánchez y sus altavoces que el separatismo va a dejar de serlo a golpe de talonario?Lo que Sánchez ha alimentado, por necesidades relativas a su propia subsistencia, es la hoja de ruta que fue reprendida y condenada por el Tribunal Supremo e indultada por él mismo, con una ligera variación que no afecta a los fines: en lugar de apostar por la independencia unilateral, se indaga ahora si puede lograrse de manera pactada, poco a poco, con avances paulatinos que desborden el marco constitucional sin necesidad de intentar cambiarlo a la fuerza.

Sánchez se compra tiempo a cambio de legitimar y reforzar al separatismo para cuando quiera lanzar su nuevo desafío con más impunidad que nunca

Y con la certeza de que, si esa estrategia no funciona, se llegará más fuerte y legitimado al próximo pulso, que será intenso si en el futuro sigue gobernando Sánchez y directamente incendiario si, a partir de 2023, le sucede un Gobierno de centroderecha.

La falacia del sanchismo

Pero si el marco global alimentado con Sánchez es inaceptable, la letra pequeña de sus primeros acuerdos tampoco resulta edificante: ampliar El Prat es bueno para el conjunto de España; pero hacerlo como anticipo de ceder su gestión a la Generalitat ya no tanto. E incluir la conexión del aeródromo por AVE con dos plazas menores como Reus y Tarragona en el mismo país donde no existe una conexión ferroviaria decente con Extremadura, simplemente clama al cielo.Por mucho que el aparato de promoción de Sánchez intente vender la falacia de que el Gobierno ha logrado pacificar al separatismo y que terminará por reconducirlo a golpe de chequera y cesiones soportables; lo cierto es no ha hecho otra cosa que blanquearlo, engordarlo, prepararlo para el siguiente desafío y dotarlo de una impunidad que, ahora mismo, se antoja irreversible.