Anabel Alonso, el yate de C Tangana, la "Virgen" de Zahara y su raro feminismo
La artista cómica y la ministra Irene Montero arrasan en las redes por sus silencios y comentarios sobre los talibanes, C Tangana o Zahara: todo junto y rebozado en cisnismo.
El "feminismo de quita y pon" consiste en poner muy estupenda con problemas que no existen o felizmente son muy residuales en España mientras, donde sí son masivos, callarse como una puerta y mirar para otro lado. También tiene otra acepción: considerar unos hechos gravísimos o, por contra, incluirlos en la "libertad de expresión", en función de quien los protagonice.
Por eso mismo son TT del fin de semana Irene Montero y Anabel Alonso, con razones distintas y complementarias: a la ministra de Igualdad le han dado la del pulpo por no decir ni mú sobre el drama que se cierne para las mujeres de Afganistán, resumido en un terrible vídeo (absténganse de verlo los más sensibles, es horroroso) que atestigua cómo las tratan los talibanes, de nuevo a punto de hacerse con las riendas del país ante la pasividad internacional:
No es que la dirigente de Podemos pueda hacer mucho por auxiliar a esta víctima y a tantas otras como ella, pero sí podría hablar de ello, convocar manifestaciones ante la embajada Afgana y, en general, dedicarle más tiempo a este drama en marcha que por ejemplo a dotar a las Matemáticas de "perspectiva de género" o a "luchar" contra el color rosa como emblema femenino.
Anabel, Zahara y C Tangana
Y en una línea similar de hipocresía irrumpe la cómica Anabel Alonso, que tiene serios problemas con la libertad de expresión: si Zahara promociona un concierto y un disco disfrazada de la Virgen María y la llama literalmente "puta", es arte.
Pero si el artista es el rapero C Tangana y promociona su obra con un yate repleto de mujeres voluntariamente dispuestas a hacer ese papel, entonces hay que denunciarlo, prohibirlo y, a ser posible, desterrar al músico:
Y como al final los caminos de Montero y Alonso convergen en la contradicción, el cinismo, la paradoja y hasta la falta de pudor para pasear su hipocresía, un último mensaje demuestra cómo ambas lo entienden todo o no entienden nada según les guste mucho o poco el artista, la religión o el género del protagonista de cada historia:
Apoteósico.