Las vacunas del Covid
La desorganización autonómica en compartimentos incomunicados puede provocar caso tan extravagantes como el que cuenta el autor del artículo.
Cuando se habla de la vacuna de la COVID-19 hay desconcierto, e incluso según se mire, hasta un cierto “desmadre”, perdón por el termino tan vulgar, pero no renuncio a usarlo por ser muy descriptivo de la situación.
Unos hablan del número de vacunas que se han realizado, para ponerse la medalla; otros de la cobertura que cada tipo de vacuna nos ofrece, según los estudios de esta o aquella universidad; algunos ya están pensando en el número de veces mas conveniente que habrá que vacunar si una, dos o tres. Pero nadie, me da esa impresión, se ha dedicado ver como se están hasta ahora haciendo realmente las cosas.
Lo que les cuento es experiencia personal, solo un caso, el que yo conozco, pero me imagino que pueda ser extrapolable a otros ciudadanos.
Resulta que un familiar mío sufrió la Covid-19 en febrero de este año, guardando el preceptivo periodo que marca el Ministerio de Sanidad, por cierto, criterio que ha variado de seis meses a un mes, es decir muy sensiblemente, sin que se nos haya explicado el por qué.
Este familiar del que les hablo se ha vacunado en una comunidad autónoma diferente a donde lo pasó, ya que lo sufrió en Aragón, pero se vacunó por diversas y justificadas razones en Castilla y León. Pues ahora, al solicitar el documento acreditativo de estar en regla y poder tener lo que se ha llamado “pasaporte sanitario”, le resulta imposible su obtención.
Ha llamado a unos y a otros y resulta que los datos de una comunidad autónoma no se cruzan con las otras, es decir la sanidad, al menos para esta materia y, desgraciadamente por lo que yo se para muchas otras, funciona como organismos estancos, independientes, unos hacen, otros ignoran lo que se ha hecho.
¡Yo no sé nada de esto le dicen en una comunidad! Va a la otra y le dan la misma respuesta. Me temo que el final de la historia será volverse a vacunar, como si no lo hubiera hecho. Molesto e inútil para el ciudadano y “costoso” para el erario.
No es de extrañar que ni se cumplan las ratios, ni a lo mejor haya suficientes vacunas y lo que es peor, no sea eficaz la misión esencial de la vacunación que es la protección social
¿Es posible esta compartimentación tan incongruente sanitariamente, como ineficaz y costosa epidemiológica y económicamente? Posible lo es, no hay nada mas que ver el caso, deseable sería otra cosa muy distinta. Y es que seguimos en “pseudoestados” o “cortijos”, en los que cada uno va totalmente por libre, o al menos eso parece.
Si este ejemplo se repite en otros menesteres, no es de extrañar que ni se cumplan las ratios, ni a lo mejor haya suficientes vacunas y lo que es peor, no sea eficaz la misión esencial de la vacunación que es la protección social y la prevención sanitaria.
Sin criterio
Un nuevo y palmario ejemplo de la falta de colaboración interautonómica y del problema que ello acarrea. En un país bien ordenado, adecuadamente estructurado y mejor gestionado hay actividades que deben ser centrales y únicas, el estado debe de tener determinadas competencias, por encima de las comunidades autonómicas.
Se ha repetido este criterio sanitario hasta la saciedad por la mayoría de los expertos, pero estos expertos deben ser de segunda división, comparados con los próceres ministeriales. Divide y vencerás decía Julio César, y aquí lo cumplimos a la perfección. Lo perverso es que, en las cuestiones de salud, los únicos “vencidos” somos los siempre sufridos ciudadanos.
Dr. Jose Carlos Fuertes Rocañin
Psiquiatra. Presidente de la Sociedad Aragonesa de Psiquiatría Legal y Ciencias Forenses.