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Menos propaganda con las evacuaciones: el mundo ha abandonado a Afganistán

Presentar las escasas operaciones de salvamento como un gran éxito cuando se entrega a los talibanes a millones de afganos es un espectáculo indecoroso.

Margarita Robles

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La confesión de que España no podrá ni repatriar a todos sus colaboradores atrapados en Afganistán, expresada públicamente por Margarita Robles, coloca este asunto en sus justos términos, muy lejos del insólito entusiasmo mostrado por las autoridades nacionales y europeas al presenciarse el aterrizaje de los primeros vuelos de salvamento procedentes de Kabul.

Sin obviar la evidencia de que cada vida salvada escribe un emocionante capítulo de solidaridad y justicia; lo cierto es que las operaciones desarrolladas por España y tantos otros países no son más que la consecuencia de su alocada espantada de Kabul y la entrega del país a un régimen perverso.

Las palabras de Úrsula von der Leyen felicitando a Pedro Sánchez este fin de semana fueron, por ello, un mecanismo de autodefensa para desviar el foco de atención de lo sustantivo: todos, comenzando por Estados Unidos, han abandonado a trompicones Afganistán, sin tener clara siquiera la evacuación de su propio personal, nacional o extranjero.

La propaganda ha querido presentar las evacuaciones como una gesta épica, pero son el símbolo de un fracaso vergonzoso del mundo

Eso deja claro el futuro inmediato de la población civil, condenada a la opresión talibán y entregada a su suerte: ¿Qué esperanza pueden tener en la ayuda exterior si las palabras de Robles dejan claro que no van a poder auxiliar ni a las personas más cercanas?

El abuso en la propaganda, que ha querido presentar las evacuaciones minoritarias como un éxito cuando no son más que la prueba de un inmenso fracaso, no va a poder evitar que se imponga la imagen real de aquel conflicto en apenas unos días: los talibán tomarán definitivamente el control del aeropuerto de Kabul el próximo 31.

Nadie que no esté ya allí podrá ponerse a salvo. Y los millones de afganos que ni siquiera han tenido la oportunidad de intentar llegar a esa zona de salvamento, quedarán sometidos definitivamente a un Gobierno fundamentalista que podrá actuar a su antojo sin que nadie mire y con la certeza de que la comunidad internacional ha dado barra libre a sus abusos.