El Gobierno de España se lava las manos con el drama del Mar Menor
Pedro Sánchez y Teresa Ribera miran para otro lado en un problema que pone a prueba sus discursos ambientales. ¿Lo harían con Valencia o se comportan así por ser Murcia del PP?
La ministra Teresa Ribera y el presidente López Miras
Desde que el pasado lunes ESdiario adelantara la dramática situación del Mar Menor y difundiera el desesperado mensaje de SOS del presidente de la Región de Murcia, Fernando López Miras, la situación de la mayor albufera de España ha saltado a la primera plana de la política nacional y ocupado espacio preferente en todos los informativos.Y con razón: las cinco toneladas de peces muertos acumuladas en los últimos días reflejan la dimensión de un problema medioambiental, económico y social de primera línea que refleja, como pocos, la compleja convivencia entre el desarrollo, la conservación y la vida misma.
En un sentido al menos, ya es positivo que este tipo de situaciones abandonen el ámbito doméstico y salten a la escena nacional, pues de otra manera nunca gozarían de la atención que merecen ni se estudiarían las soluciones que su gravedad exige.Pero ahí acaban las buenas noticias, viendo la insólita resistencia del Gobierno de España a actuar con diligencia y su tendencia, inaceptable, a querer culpar a su homólogo autonómico con una sevicia que probablemente tenga que ver con el color político: ¿Acaso el portavoz gubernamental sería igual de despectivo que lo fue la portavoz del Ejecutivo, Isabel Rodríguez, si en lugar del popular Miras le hubiera llegado la alarma del socialista Puig en Valencia?
El Gobierno de España no trataría a Valencia como trata a Murcia si el problema del Mar Menor lo tuviera Ximo Puig
Lo cierto es que las competencias de costas y acuíferos son estatales. Y lo cierto es que, sin menoscabo de las medidas que Murcia puede y debe tomar, una emergencia de esta dimensión es inabarcable con los recursos económicos y jurídicos de una autonomía.
Una visita en balde
Con ese paisaje, no se entiende que Sánchez se haya negado a distinguir al Mar Menor con la declaración de "zona catastrófica" o que su ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, acuda a la zona a mostrar buenas intenciones pero ningún plan concreto ni en medidas ni en plazos ni en inversiones.Un problema así en el Mar Menor necesita un Gobierno mayor, pero una vez se ha mostrado diminuto cuando ha tenido la oportunidad de llevar a la práctica sus grandilocuentes discursos ambientales: nada nuevo en quien suele gastar mucha energía en presumir de valores y bien poca en ponerlos en marcha.
