Indignación con Sánchez por presumir de vacunar a quienes no le votan
El presidente del Gobierno se vanaglorió en TVE de que en España se inmunice a los ciudadanos sin preguntarles primero de a quién votan.
Sánchez presume de vacunar sin preguntar a quién votas from ESdiarioTV on Vimeo.Las vacunas contra el COVID las compra Europa y las suministran las Comunidades Autónomas. Pero escuchando a Pedro Sánchez, se diría que todo es mérito suyo. Y aún más, que cumple con esa misión con tanta generosidad como para vacunar a ciudadanos que no le votan.Ésa fue la idea que dejó caer en una entrevista con Carlos Franganillo en RTVE en la que, literalmente, presumió de que en España se está vacunando a la ciudadanía sin distinguir su ideología: “Hemos vacunado a todo el mundo y no hemos preguntado su origen, sus creencias o lo que votaban”, dijo literalmente.
El presidente del Gobierno vinculó así a su magnanimidad un derecho elemental que rige como principio en la sanidad pública y en la propia Constitución, que ya proscribe todo tipo de agravio por razones de credo, raza o religión. Para Sánchez es, sin embargo, una dádiva que nace de su inmensa generosidad. La respuesta de las redes ha sido contundente y el TT irónico #GraciasPorVacunarmePedro ha triunfado con una viralidad para la que Moncloa no tiene antídoto, con mensajes que mezclan la indignación con la burla o directamente el escarnio:
O este otro, cargado de sentido común, que recuerda unas cuantas obviedades al parecer ignoradas por el presidente del Gobierno, a quien no sin retranca lleva meses bautizando como "Vacunator" el periodista Carlos Herrera:
Y para rematar la polémica intervención de Sánchez en TVE, tampoco ha sentado nada bien otra frase referida a los muertos de la epidemia, cuya cifra real sigue a estas alturas sin ser reconocida y asumida por el Gobierno, no sea que se note que España es uno de los cinco países del mundo con mayor mortalidad:
Cabe decir, no obstante, que Franganillo hizo una entrevista correcta, que incomodó en no pocas ocasiones a Sánchez, más acostumbrado a comparecencias sin preguntas y a monólogos interminables en los que nadie le pueda llevar la contraria ni hacer algo tan básico en democracia como repreguntar.