Sarkozy habla y defiende a España como no lo hacen Sánchez y su Gobierno
Que un republicano francés retirado tenga más brío y lucidez para hablar de España y del separatismo que el Gobierno y Bruselas lo dice todo del momento político actual.
El expresidente de la República de Francia dio ayer en España, donde acudió para apoyar a Pablo Casado en la Convención Nacional del PP; el discurso que tan a menudo se echa en falta entre los líderes europeos del presente.Nicolás Sarkozy, una figura controvertida y emblemática como pocas, denunció en Madrid la indolencia de Europa para contestar al separatismo catalán. Y lamentó que Bruselas no fuera del todo consciente de los efectos contagiosos que tiene para todo el continente este problema, alimentado como nunca por la política de tolerancia que Pedro Sánchez practica en este asunto por razones de necesidad política.
El líder francés, icono de las grandes victorias del centroderecha europeo durante años, puso el ejemplo de ETA como paradigma de lo que él mismo hizo en contraste con lo que le pidieron que hiciera en su país: en Francia se consideraba un problema español, pero él se lo tomó como un asunto local, consciente de la necesidad de frenar al terrorismo y evitar que disfrutara de santuarios.La relación que hizo entre el separatismo y el terrorismo es arriesgada, pero el expresidente francés la resumió con dos frase muy oportunas con la vista puesta en Bruselas, lastrada por su falta de pulso político: “No es un problema solo de España”, dijo, y lo debe combatir toda la Unión Europea si no quiere pagar el “precio de la desunión y la desagregación” en más países.
El tirón de orejas de Sarkozy a Europa por su actitud contra el independentismo es tan necesario como que lo escuche el Gobierno
Para rematar con una sentencia definitiva muy oportuna: “Solamente hay una España, una España unida, una España que tiene una capital que es Madrid y una Corona con un Rey que representa la unidad de España. Y esto no puede cambiar nunca".Si sentencias así se escucharan más a menudo en Europa, que parece haber olvidado que todos sus grandes dramas del siglo XX nacieron del nacionalismo identitario, seguramente Puigdemont no se pasearía con el acta de eurodiputado y su partido u otros similares no tendrían las llaves de un Gobierno como el de España.Hace bien Sarkozy en denunciarlo. Ojalá ayude a que sus sucesores, en cualquier país, reaccionen un poco ante un problema que les afecta como muy pocos otros y no se solventa con un simple ejercicio de tecnocracia y otro de tibieza, tan habituales en una Europa pasiva en demasiadas cosas importantes.Tampoco con otro de complicidad como el que encarna la actual izquierda española, incapaz de decir obviedades necesarias como las que ayer pudo escucharle, nada menos, a un republicano del país vecino.