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43 años no son nada

La Constitución no está anticuada ni necesita grandes reformas, que solo exigen e intentan imponer quienes no creen en su espíritu de conciliación y unidad.

Pedro Sánchez y Meritxell Batet

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El pasado 6 de diciembre la Constitución cumplió 43 años, convirtiéndose en el segundo texto más longevo de nuestra historia constitucional. Sin duda los que tuvimos el honor de votarla nos llena de orgullo pensar como familias enteras acudimos con la papeleta del sí con la ilusión de pensar que estábamos haciendo historia.

En mi caso personal tenía 18 años y era la primera vez que votaba tras el decreto-ley de 16 de noviembre de 1978 que rebajaba la mayoría de edad a 18 años, aún recuerdo la mañana fría pero soleada, en la que hice cola para depositar mi voto, y sobre todo la sonrisa del presidente de la mesa que me dijo que era una alegría ver como los jóvenes con edad de 18 años acudíamos a votar, porque era nuestro futuro lo que estábamos votando.

Transcurridos 43 años puedo decir que no nos equivocamos los jóvenes de la época apoyando el texto constitucional, porque contribuimos a un periodo de consolidación democrática y a que otras generaciones de jóvenes de 18 años nos fueran sucediendo en la lucha por la defensa de los valores plasmados en la Constitución.


43 años no son nada porque el espíritu contenido en cada uno de sus artículos, en cada una de sus palabras está muy vigente en la actualidad. Por ese motivo la generación constituyente, la de sus hijos es decir la mía, y la de sus nietos debemos seguir defendiendo su plena virtualidad.

Recuerdo perfectamente cómo en 1978 las fuerzas políticas que atacaban la reconciliación y apostaban por la ruptura eran las mismas que hoy apuestan por un cambio constitucional, era por un lado el populismo extremista y por otro los movimientos independentistas, los cuales no aceptaron en su momento el resultado y por supuesto creen que ahora ha llegado el momento de eliminar el contrato social con la que la mayoría silenciosa del pueblo español les paró los pies, aprovechando la ambición desmedida de Pedro Sánchez por permanecer en la Moncloa por encima de todo, incluso de la Constitución.

Ahora se utilizan todos los juegos de palabras posibles para convencer a los españoles que la Constitución es obsoleta, hasta la ministra Irene Montero descalifica la misma diciendo que solo tiene padres y ninguna madre, ocurrencia que pone de manifiesto el nivel intelectual de dicha ministra.

La Constitución de 1978 fue un logro de la clase política de la transición que actuó unida logrando lo que hoy sería imposible, ya que la ambición de Sánchez hace imposible un proyecto de nación

Igualmente estamos escuchando como líderes socialistas, como el presidente valenciano Puig, hablan de descentralización para insinuar que la Constitución hoy en día no sirve para garantizar la autonomía de las Comunidades, lo cual es un absurdo atendiendo el nivel de autogobierno existente, pero claro hay que apoyar el mensaje de los socios independentistas del gobierno que lo que realmente les molesta es el freno de la constitución a su ensoñación de autodeterminación .

La Constitución de 1978 fue un logro de la clase política de la transición que actuó unida logrando lo que hoy sería imposible, ya que la ambición de Sánchez hace imposible un proyecto de nación que nos impulse al menos 43 años más.

Larga vida a la Carta Magna

Pero sobre todo lo más sorprendente es escuchar cómo el presidente del gobierno en sus palabras del pasado día 6, afirmara que la constitución debe de cumplirse de “pe a pa” y que deben de cumplirse “todos los artículos”, en seguida muchos pensamos en el artículo que consagra la unidad de España, la obligación de la enseñanza en español, el respeto a la bandera nacional y la monarquía como forma del Estado, cuestiones que sus socios nacionalistas y comunistas no cumplen de “pe a pa”.

La verdad es que cada vez que oigo al presidente Sánchez enfatizar sobre algún principio constitucional me echo a temblar, porque pienso en el castizo refrán: “Dime de qué presumes y te diré de lo que careces”. Por eso larga vida a la Constitución de 1978 y a por otros 43 años más.