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Rajoy y el Rey Juan Carlos, víctimas de la doble vara de medir

Mientras unos sufren mociones de censura, abdicaciones o destierros; otros disfrutan de total impunidad ante sus excesos: España debe juzgar por igual a todos.

El Rey Juan Carlos y Mariano Rajoy

El Rey Juan Carlos y Mariano Rajoy

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El expresidente del Gobierno, Mariano Rajoy, participó este lunes en la enésima sesión de la Comisión Kitchen, un juicio político paralelo al que ya tramitan los tribunales en torno a la utilización de los Cuerpos de Seguridad para investigaciones privadas ilegales del supuesto interés del PP.

Que se trata de una comisión política lo deja claro la ampliación artificial de su duración: debió haber terminado en verano, pero la ausencia de conclusiones forzó su prolongación para mantener al PP señalado en el mismo Parlamento que se niega a investigar, por ejemplo, la gestión de la pandemia o la financiación irregular de Podemos o la tesis plagiada por Sánchez que le permitió lograr el título de doctor.


Sin duda sería muy grave el uso de policías para cuestiones internas de un partido, pero eso se debe demostrar con las garantías jurídicas inherentes a un Estado de Derecho. Y no en comisiones políticas dedicadas a eternizar la “pena de Telediario” y a dar pábulo a personajes tan siniestros como el excomisario Villarejo, al que los partidos de Gobierno dan toda la credibilidad cuando denigra al PP o al Rey Juan Carlos pero no cuando denuncia comportamientos que afectan al PSOE o Podemos.

No puede haber dos varas de medir: una para el Rey Juan Carlos o Rajoy y otra para Sánchez y Podemos

España no puede estar en manos de personajes como Villarejo, Bárcenas o Corinna: todos ellos están o han estado condenados o acusados formalmente de delitos graves y sus testimonios, casi siempre sin pruebas firmas y siempre interesados y contradictorios, obedecen ante todo a sus intentos de esquivar a la Justicia.

Sobre el Rey

El caso del Rey Juan Carlos es paradigmático: el archivo de la causa en Suiza, en la que nunca estuvo imputado, se suma a la inexistencia de imputaciones en España. Y sin embargo, se le ha confinado en una especie de destierro que excede, en mucho, la razonable sanción a sus evidentes comportamientos reprochables, ya saldados con su abdicación.

Como los de Rajoy, castigados por una moción de censura, en ambos casos opera una doble vara de medir, impúdica, que castiga a unos e indulta a otros en función del interés estricto de la izquierda, indulgente consigo misma; implacable con el resto.

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