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La valentía de Ayuso, una vez más, para gestionar la pandemia sin histeria

La presidenta de la Comunidad de Madrid da una lección de sentido común a Sánchez, con un discurso razonable y valiente que espanta al pánico con las cifras y la ciencia como guía.

Isabel Díaz Ayuso

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En un país presa del pánico por la ligereza del Gobierno, que ha vuelto a renunciar al liderazgo político y legal que le corresponde en una emergencia sanitaria internacional, la presidenta de la Comunidad de Madrid está dando, de nuevo, una lección de sentido común, no exenta de valentía en un contexto mediático bien adverso que busca incesantemente la manera de dañarla.

Mientras el Ministerio de Sanidad ejerce de espectador, impulsado por un presidente que no existe cuando aparece un problema y se limita a arrogarse los avances tímidos que registra España en cualquier ámbito; Ayuso asume el papel que le compete y gestiona la crisis desde las cifras y con la experiencia previa.

Porque mientras otros alimentan el pánico, apelando en exclusiva al pavoroso número de contagios, Madrid vuelve a alojarlos en un contexto de menor impacto sanitario, fruto de la rebaja, anteponiendo el impacto en UCIS y mortalidad como baremos para adoptar o proponer decisiones sensatas.

Ayuso sostiene, con razón mientras las cifras no digan lo contrario, que la inmunidad masiva hace que la incidencia acumulada no deba ser el dato a tener en cuenta para juzgar la severidad de la "sexta ola" ni, en consecuencia, para lanzarse de nuevo al relato de restricciones y confinamientos de hace más de un año.

Mientras otros alimentan el pánico, Ayuso actúa con las cifras reales y el sentido común que cabría esperar de Pedro Sánchez

Y tiene razón, viendo las tasas de gravedad que publica el propio Ministerio de Sanidad, incapaz sin embargo de recalcarlas para frenar el terror social ya en ciernes: si las vacunas funcionan, viene a decir Ayuso, no se puede actuar como en el pasado solo porque se disparen los contagios de una variedad especialmente transmisible.

La dejación de Sánchez

La pregunta que cabe hacerse es por qué algo tan obvio no forma parte del discurso del Gobierno. ¿Tal vez porque prefiere que el gran debate nacional sea la epidemia en lugar de la galopante crisis económica, el precio de la luz y el combustible o el evidente desplome de las previsiones de crecimiento, que presagian alargar la recuperación más allá de 2023?

Sea como fuere, Ayuso acierta al no dejarse llevar por los discursos apocalípticos y al actuar desde la ciencia, la estadística y el sentido común, perfectamente compatibles con la precaución que impone la situación y los cambios que, de empeorar, sin duda habrá que adoptar. Pero no paralizarse por el miedo ni servirse de él para hacer dejación de funciones es un acierto que, una vez más, la distingue de tantos otros dirigentes políticos.

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