¿Es ansiedad lo que está originando Omicron?
La ansiedad sigue siendo una enfermedad dura de soportar que produce en el enfermo una intensa sensación de incomprensión y de soledad.
"He vivido algunas cosas terribles en mi vida, algunas de las cuales realmente sucedieron". Mark Twain.
La pandemia ha disparado los casos de ansiedad en una sociedad ya previamente sometida a un estrés continuo. Y todo ello por que no se recuerda que, lo esencial no es lo que nos pasa, sino como lo interpretamos y valoramos. Además, la pandemia ha producido una sensación generalizada de pérdida de control, de inseguridad y de perplejidad, afectando, como era esperable, mucho mas a los mas jóvenes.
Sentirse amenazado, es decir estresado, cuando nos enfrentamos a situaciones reales de alarma o que tengan resultado incierto no es nada patológico. Por lo tanto, es esperable que se produzcan, en esta “sexta ola”, repuntes de ansiedad ya que estamos ante una reacción adaptativa.
El organismo se prepara para actuar ante una situación adversa, y nos proporciona una serie de herramientas fisiológicas para superarlo con éxito, gracias, entre otras cosas, a la activación de las llamadas aminas cerebrales (dopamina, adrenalina, noradrenalina) y a una hormona esencial para estos menesteres como es el cortisol (también llamada hormona del estrés). Superado el peligro, nuestro organismo desactiva el la alarma y vuelve a su estado de reposo habitual.
El problema médico y personal surge cuando ese intenso malestar aparece sin motivo aparente, y nos obliga a mantener un estado alarma/alerta y nos coloca en una situación de ataque o huida y con síntomas tan llamativos y molestos como son: el aumento de los latidos cardiacos, la falta de atención y concentración, la pérdida de apetito, la irritabilidad, el insomnio, y, sobre todo, unas ideas anticipatorias y distorsionadas de peligro y amenaza.
El enfermo de ansiedad vive bloqueado por el miedo y sufre una sensación cada vez mayor de cansancio, frecuente en una sociedad como la actual, sometida a un estrés continuo y a una sobrecarga de obligaciones y presiones personales. Cuando la ansiedad se presenta en momentos inadecuados o es tan intensa y duradera que interfiere con las actividades normales de la persona, entonces se la considera un trastorno.
Una enfermedad
En España el 5,84% de la población mayor de 15 años declaró haber sido diagnosticado de ansiedad crónica y el 10,86% haber consumido de hipnóticos para conciliar mejor el sueño. Sin duda la ansiedad es la enfermedad psiquiátrica más frecuente y afecta más a las mujeres. No se puede achacar a una única causa, sino que responde a múltiples factores bio-psico-sociales.
Para disminuir o atenuar el sufrimiento que produce la ansiedad hay que ir al medico y encauzar razonablemente el problema; y digo al médico por que estamos ante una enfermedad y no ante un problema humano.
Dentro de las terapias, ocupan el primer lugar los psicofármacos (sobre todo los llamados ISRS), medicamentos imprescindibles en las formas agudas para conseguir una mejoría suficiente que permita, posteriormente, la introspección. Esto es, aprender a detectar primero, y manejar después, los pensamientos que llamamos distorsionados y que están en la base de la “ansiedad enfermedad”.
Es también primordial que el paciente que sufre ataques de pánico tenga claro que su sufrimiento es real y no una invención
Además de los psicofármacos, las llamadas técnicas cognitivo conductuales han demostrado también que su eficacia. A titulo informativo, en un estudio aplicado a 1.000 pacientes de atención primaria, se demostró que los que habían recibido "entrenamiento psicológico" en solo siete sesiones se obtenía una mejoría en el 70% de los casos. Cambiar el modo de interpretar la realidad es un proceso de transformación personal imprescindible para controlar y reducir al mínimo los síntomas ansiosos.
Existe un tipo de trastorno de ansiedad que es el llamado Trastorno de pánico caracterizado una serie de síntomas como son: midriasis (dilatación pupilar), taquicardia (aumento de la frecuencia cardiaca), hiperventilación.
Todo el sistema de alarma se activa a pesar de no necesitarlo. Estar en la calle, en un centro comercial, en un aula, en la sucursal bancaria o en un botellón por ejemplo, es percibido como un gran peligro. En estos casos el tratamiento farmacológico es prioritario con ansiolíticos benzodiacepinicos (Alprazolam, Lorazepam, etc.), por vi sublingual o intramuscular e Inhibidores selectivos de la recaptacion de serotonina (escitalopram, paroxetina, sertralina, etc.).
No es una invención
Es también primordial que el paciente que sufre ataques de pánico tenga claro que su sufrimiento es real y no una invención, que es esencialmente un problema de salud mental, aunque no haya pruebas medicas que lo puedan objetivar, es una realidad.
Las personas que padecen ansiedad grave tienen que escuchar con frecuencia frases del tipo: "son sólo nervios, tranquilízate y se pasará". Y eso es incorrecto ya que lo que llamamos “nervios” no es otra cosa que una tormenta de cambios neuroquímicos y hormonales, desencadenados por la amígdala cerebral y que se producen con mas frecuencia en personas con rasgos de personalidad basados en la autoexigencia y perfeccionismo.
La mayoría de gente no entiende la dimensión de lo que está pasando. Frente a ese desconocimiento se producen prejuicios y estigma social. Para evitarlo es importante el tratamiento precoz y también la participación en algunos grupos de autoayuda, que mejoran al paciente y familia dejando claro que estamos ante una enfermedad, involuntaria y por la que se sufre mucho.
También es muy conveniente la práctica de relajación, ejercicio físico, reducir el consumo de sustancias estimulantes como el café o el alcohol, descansar adecuadamente (7 a 8 horas de sueño) y seguir una dieta lo más sana y equilibrada posible (microbiota).
Por otro lado, la familia debe saber mantener la calma, tener paciencia, e intentar racionalizar la situación. Tono de voz tranquilo con mensajes claros de que es una dolencia y que tiene tratamiento y solución.
El papel de la familia debe consistir en escuchar sin dar consejos, ayudar a relativizar la situación sin restar importancia, y sobre todo a reinterpretar las amenazas en términos menos catastrofistas. De poco sirve decirle a alguien que esté "tranquilo" y "no piense" en eso que le preocupa tanto y que es ajeno a su autocontrol.
Por último, otra de las preocupaciones de la persona que sufre ansiedad es que su problema se perciba desde fuera. La persona ansiosa se convierte con frecuencia en su peor enemigo, porque se habla a sí mismo con una dureza con la que jamás trataría a nadie.
Ante pequeños estímulos el ansioso se presenta como nervioso, se cree evaluado y se boicotea el mismo con pensamientos negativos y con miedo atroz a quedarse en “blanco”. Cuando sale del trance y acaba su “función” desarrolla un aprendizaje y ante situaciones similares volverá a pasarlo mal y a tener una reacción similar.
Hay que tener en cuenta que igual que se aprendió a desarrollar reacciones anormales de ansiedad, se puede aprender lo contrario, a pesar de que una reacción psicológica habitual cuando algo produce ansiedad es querer evitarlo, pero la mayoría de los trastornos se tratan con afrontamiento.
La exposición al estímulo ansiógeno es esencial para mejorar, siempre teniendo presente que en casos de ansiedad graves ha de hacerse con apoyo terapéutico, ya que, de no hacerse así, la complicación es la norma.
En síntesis, la ansiedad, a pesar de su frecuencia y de lo mucho que se habla de ella, sigue siendo una enfermedad dura de soportar, que produce en el enfermo una intensa sensación de incomprensión y de soledad y capaz de generar un incapacidad laboral, social y personal muy intensa.
Dr. Jose Carlos Fuertes Rocañin