La vuelta al cole presencial, necesaria y lógica
No tiene sentido extender el pánico ni las restricciones absurdas en lugar de la precaución y la apuesta por las vacunas masivas. Volver a las aulas es lo razonable.
El Ministerio de Sanidad y las Comunidades Autónomas han acordado, en un Consejo Interterritorial sin liderazgo ni propuesta alguna del Gobierno más allá de esos mínimos, que la vuelta a las clases desde la próxima semana sea presencial, descartando el retorno a la enseñanza telemática que solo estuvo vigente en España durante el confinamiento en la primera ola.
Se trata de una medida lógica, necesaria y ponderada, que atiende a la realidad sanitaria y científica constatada y no se deja llevar por el pánico social o político que parece haberse instalado en media Europa, con franca irresponsabilidad de no pocos Gobiernos y de no menos medios de comunicación, abonados ambos al discurso apocalíptico que, cuando tenía sentido, paradójicamente minimizaron.
La estadística del propio Ministerio es elocuente: entre los 12 y los 29 años las tasas de ingreso en UCI, y no digamos de mortalidad, son irrelevantes y tienden a cero en la población vacunada. Y por debajo de esa franja de edad, ni siquiera se recaban las cifras segmentadas, pero sí las de mortalidad desde el comienzo de la pandemia. Y son testimoniales.
Las tasas de gravedad e la población infantil y joven son irrelevantes, y las de vacunación alta. Eso, junto a la precaución, es suficiente
Ante esa evidencia, no se puede bajar la guardia con un virus que ha demostrado un comportamiento imprevisible, agudizado por la errática gestión de un Gobierno que pasa de difundir un triunfalismo improcedente a a abonar un terror innecesario. Pero tampoco se puede sostener el relato de las restricciones extremas, y mucho menos en las aulas.
Una reflexión para todos
Porque sin vacunación, los colegios permanecieron abiertos. Y con ella en marcha, tanto en los menores cuanto en los adultos que pueden perjudicarse por la extensión de los contagios infantiles, no pueden cerrarse.
El propio Consejo Interterritorial lo reconoce, rechazando incluso las cuarentenas de quienes, estando inmunizados y sin contagio prescrito, hayan tenido contacto directo con enfermos: así será más difícil que alumnos o profesores se ausenten, casi en estampida, cuando cualquiera de ellos haya tenido un caso cerca. Una reflexión, por cierto, que debería extenderse al resto de actividades.