Sánchez contra Rusia y Podemos con Rusia: otro desastre del Gobierno
El Gobierno vuelve a dar un espectáculo lamentable con su división ante el conflicto en Ucrania, que deja todavía más maltrecha la imagen internacional de España.
La tensión mundial ha aumentado en apenas 24 horas y ya se habla, abiertamente, de la posibilidad de una guerra formal en Ucrania que, por la identidad de los contendientes, podría ser calificada de internacional o mundial en su peor versión, también la más improbable.
Aunque en realidad a Rusia le viene grande invadir un país de 44 millones de personas y a los Estados Unidos tampoco le interesa librar otro conflicto tras sus derrotas o retiradas de Afganistán e Irak, la posibilidad de que se produzca el choque es evidente y sus consecuencias, imprevisibles.
Lo primero que hay que preguntarse es para qué existen tantas instituciones internacionales, costosas y supuestamente imprescindibles, si ninguna de ellas parece capaz de evitar un enfrentamiento entre los dos bloques clásicos de la llamada “Guerra fría”.
Que en pleno siglo XXI volvamos a la dialéctica del “Telón de acero” deja en mal lugar a Naciones Unidas, la OTAN, la Unión Europea, a Washington y, desde luego, a la Rusia de Putin, sumergida en un lenguaje propio de los tiempos de la URSS pese a que Moscú no se puede permitir ni económica ni militarmente ejercer de potencia expansionista.
La clave de todo el asunto reside en un doble fenómeno, quizá innecesario por ambas partes: Rusia quiere ampliar el control del país vecino, ya iniciado con la invasión de Crimea y contestado por los ucranianos con la elección de un presidente "antiMoscú". Y Occidente pretende convertir el país en una avanzadilla de la OTAN contigua a Rusia.
El papelón de Podemos
En este escenario, sobran gestos y falta liderazgo, como demuestra la sobreactuada actitud de Pedro Sánchez, uno de los primeros en anunciar la movilización de fragatas y aviones caza españoles, sin pasar por el Congreso ni consultar al Rey y con el evidente objetivo de agradar a la OTAN y a Joe Biden, consciente del descrédito internacional que provoca su alianza con Podemos, claramente partidario de Rusia o de Venezuela.
Europa y Rusia deben entenderse, por proximidad geográfica e intereses económicos. Y Estados Unidos debe procurar una relación estrecha con ambos: sería la mejor manera de frenar los delirios imperialistas de Putin, totalmente inviable, pero también debilitaría su posición, más influyente en esa dinámica de desencuentro entre Bruselas y Moscú.