No se trata de mejorar el SMI, sino de subir aún más los impuestos
El Gobierno vuelve a la propaganda más frívola regulando por decreto los salarios, una medida que alejará a los parados de un contrato y seguirá destruyendo empleo.
Tras la aprobación “por la puerta de atrás” de la reforma laboral, Yolanda Díaz prosigue con su campaña de promoción personal impulsando otra subida del Salario Mínimo Interprofesional que además vale para reforzar el papel de sus aliados sindicales.
La subida propuesta por Díaz llegaría a los 1.000 euros en 14 pagas, en la línea de lo reclamado por los sindicatos, y tendría carácter retroactivo de enero como la tuvo la anterior revisión de septiembre hasta los 965 euros.
Los bajos salarios son un problema de España, y más en un contexto de inflación que reduce notablemente el poder adquisitivo y con ello enfría la economía: todo el mundo, en pureza, defiende la mejora de las retribuciones.
El problema es cuando eso se decide en un contexto de profunda crisis económica que, solo en 2021, obligó a cerrar a 30.000 empresas. Y cuando coincide con una dinámica de constantes subidas fiscales y de sobreprecios de los suministros.
En ese escenario, lo que en realidad se hace no es subir los salarios para elevar la creación de empleo; sino elevar los impuestos a trabajo y la recaudación del Estado, al coste de debilitar con ello a las empresas y enfriar el mercado laboral.
Subir el SMI sin tener en cuenta la situación real de la economía mejora levemente los salarios de los trabajadores en activo, pero reduce los puestos de trabajo disponibles y frena la creación de empleo nuevo: la Encuesta de Población Activa ya indicó que, aunque el paro se haya reducido al terminar el año, lo ha hecho por la creación de 220.000 empleos públicos. En el sector privado, aún estamos a 90.000 puestos de los existentes antes de la pandemia.
Solo la abundancia genera mejores retribuciones. Hacerlo por decreto, sin tener en cuenta la situación de las empresas, es en realidad una manera de subir impuestos para financiar la extenuada Seguridad Social: los costes laborales (que han subido un 45% en una década) suben al elevar el SMI y suponen ya en torno al 30% de lo que recibe el trabajador. Más que hablar de subida de los salarios, en este contexto, habría que hacerlo de subida de impuestos.