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El ejemplo del Rey; el mal ejemplo de Sánchez

Que Felipe VI publique su patrimonio es saludable, pero que Sánchez se lo exija y dé lecciones de transparencia es inaceptable: no ha habido presidente más opaco que él.

El Rey Felipe y Pedro Sánchez

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El Rey Felipe ha dado a conocer, de manera voluntaria y sin precedentes en ninguna Casa Real del mundo; su patrimonio personal, que asciende a 2.5 millones de euros. Todo procede del ahorro acumulado en 25 años de “vida laboral”, primero como Príncipe y desde 2014 como Jefe de Estado: 2.2 millones son metálico y los 300.000 euros restantes proceden del valor tasado de obras de arte adquiridas por él a lo largo de su vida. No tiene propiedades inmobiliarias.

En ese tiempo ha percibido unas retribuciones total de 4 millones, siempre reflejados en los presupuestos de la Casa Real, cuyo importe total anual (menos de diez millones) es inferior, por ejemplo, al coste solo en personal de Comisiones Obreras: se trata de la Monarquía más austera del mundo, junto a la de Suecia.

La decisión coincide en el tiempo con la aprobación, prevista para hoy, de un Real Decreto del Gobierno para "reforzar la transparencia, la rendición de cuentas, la eficiencia y la ejemplaridad de la Casa Real”, cuyo contenido exacto se desconoce y que sustituye a la pretensión inicial de Sánchez de elaborar una nueva Ley de la Corona llena de restricciones.

La actitud del Rey es la correcta, exigente consigo mismo y respetuosa con la ciudadanía, que exige comportamientos intachables a los servidores públicos. No obstante, resulta sorprendente que el Gobierno y el presidente más opacos de la democracia se pongan al frente de esa exigencia pero luego no se apliquen.

El mal ejemplo de Sánchez

Porque Sánchez acumula decenas de resoluciones contrarias del Consejo de Transparencia que incumple sistemáticamente y ha sido reprendido por la Audiencia Nacional y el Tribunal Constitucional sin ningún efecto. Mientras pide e impone Transparencia, él recurre falazmente al Secreto de Estado para no informar de nada a la opinión pública.

A eso cabe añadirle la inaudita imagen de medio Gobierno atacando a la Corona, instigando acciones contra ella o pidiendo un nuevo sistema político en sustitución del vigente. Ione Belarra, ministra y secretaria general de Podemos, lo hizo ayer mismo por última vez con una declaración despectiva hacia el Rey e incompatible con su presencia en el Ejecutivo: “Nuestra democracia necesita que la ciudadanía pueda elegir al jefe del Estado”.

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