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Pedro Sánchez no puede estar con la OTAN y con Podemos a la vez

España no logrará credibilidad internacional mientras su presidente acepte en su Gobierno a un partido que ataca a todos los cimientos de la comunidad atlántica.

Pedro Sánchez, con el Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg

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El presidente del Gobierno ha recibido este domingo al secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en la víspera del 40 aniversario del ingreso de España en la organización y a un mes exacto de la Cumbre en Madrid de la Alianza Atlántica, prevista para finales de junio en un momento clave por la guerra desatada por Putin.

Sorprende que la recepción inicial, antes del acto oficial con el Rey este lunes; haya sido informal en una finca palaciega del Estado en Quintos de Mora que ya generó polémica por acoger una reunión de todos sus ministros a principios de su primer mandato, con el coste extra que tuvo sacarla del complejo de La Moncloa.

Y todavía resulta más sorprendente que, en el mismo fin de semana, Sánchez optara por irse de mitin del PSOE a Sevilla y por ausentarse del Día de las Fuerzas Armadas: es cierto que la presencia del presidente no es habitual en esta celebración, presidida por el Rey; pero no lo es menos que el contexto de guerra en Ucrania y de ser el anfitrión de la OTAN le daban una oportunidad para acudir de no tener probablemente temor a la reacción crítica de los asistentes.

El entusiasmo de Sánchez como anfitrión de la Alianza Atlántica no debe hacer olvidar la división que la OTAN genera dentro de su propio Gobierno y su falta de respuesta a las críticas durísimas que la organización recibe de Podemos, presagio de tensiones cuando los próximos días 29 y 30 de junio se celebre el cónclave en Madrid.

Podemos, contra la OTAN

No es compatible hacer un esfuerzo por incluir a España en el “núcleo duro” de la OTAN (esta misma semana ha pedido en el Congreso la suspensión de la Cumbre en Madrid) y permitir que, desde dentro del Gobierno, se exija la desaparición de la coalición internacional, sumida en un profundo debate sobre su futuro, tamaño y actividad que de momento no ha sabido resolver: Rusia ha desatado una guerra de consecuencias internacional y la réplica de la OTAN no ha servido, de momento, para frenar a Putin.

La presencia de Podemos en el Gobierno daña la imagen de España ante la OTAN y ante la comunidad internacional en general; como también lo hace el desprecio del Ejecutivo al CNI, una institución clave en la solidez de las relaciones diplomáticas españolas.

A Sánchez, en fin, le vienen bien estos eventos para su álbum fotográfico personal, ya muy extenso; pero solo beneficiaran a España si los pasados van acompañados de decisiones institucionales en la misma dirección. Algo imposible con un Gobierno intervenido, a la vez, por Podemos, ERC y Bildu.

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