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España se hunde, presidente

El fin de la compra de deuda, la subida de los tipos de interés y la escandalosa inflación colocan a España al borde de la quiebra y el Gobierno, mientras, crea otro problema con Argelia.

Pedro Sánchez, Nadia Calviño y Yolanda Díaz

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La OCDE se ha sumado al unánime listado de instituciones y organismos que enmienda las previsiones económicas del Gobierno, rebajando hasta el 4.1% el crecimiento en 2022; menos aún que lo anticipado por la AIREF, el Banco de España, el FMI o la Comisión Europea.

Además, prevé una inflación media durante todo el año del 8.1%, casi tres veces más que el año pasado. Y para rematar el pronóstico, deja el crecimiento para 2023 en un modesto 2.2% y la inflación aún en un preocupante 4.8%.

En resumen, es el peor cuadro económico de toda Europa, junto a Grecia, agravado por la mayor tasa de desempleo del continente, del 13.2%, el doble de la media europea; la peor destrucción de PIB desde el inicio de la pandemia y uno de los mayores crecimientos de la deuda pública y el déficit.

La confirmación oficial de la inminente suspensión de la política de estímulos, que liberará al Banco Central Europeo de comprar deuda pública española, y la próxima subida de los tipos de interés; terminan de dibujar un paisaje económico muy adverso para España, agravado por la falta de reacción del Gobierno o la adopción de medidas contraproducentes.

El incendio provocado con Argelia añade un grado más de decrepitud económica a una hoja de ruta suicida que parece no tener fin

Solo la aprobación del “tope al gas” temporalmente ofrece un mínimo alivio al Gobierno, aunque será efímero y de reducido impacto: como lo está siendo ya la subvención al combustible, en precios simplemente escandalosos: a lo sumo la rebaja para el consumidor de tarifa regulada será del 15%; pero es previsible que esa rebaja la asuma el resto de los clientes de algún modo.

Más gasolina al fuego

Otro dato confirma lo preocupante de la situación para los ciudadanos y la insólita política del Gobierno, que se aprovecha de la miseria ajena para impulsar su agosto fiscal: los asalariados han perdido en su conjunto 2.200 millones de euros desde 2020 por los sobreprecios de todo; pero pagan 7.000 millones más en IRPF y la Hacienda Pública han recaudado en lo que va de año 13.000 millones más de lo previsto gracias a la feroz inflación.

Que con este desolador paisaje Sánchez mantenga su política de disparar el gasto público; mantener o subir los impuestos y apostar por el empleo público es temerario y aboca a España a un sufrimiento económico extremo con efectos estructurales y a largo plazo. El incendio provocado con Argelia añade un grado más de decrepitud a una hoja de ruta suicida que parece no tener fin: cuanto más fuego se divisa, más gasolina echa un Gobierno desnortado y dañino como nunca ha habido.

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