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Ceuta y Melilla siguen fuera del paraguas de la OTAN

Los intereses de España no han quedado reforzados por la Cumbre de Madrid, por mucho que la propaganda de Sánchez quiera vender un éxito que no ha existido.

Pedro Sánchez, durante la Cumbre

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Desde un punto de vista de imagen y promoción internacional, la Cumbre de la OTAN en Madrid ha sido un éxito, tan cierto y rotundo como efímero en un mundo que solo mantiene en la retina, ahora mismo, estampas de guerra, crisis y preocupación.

A partir de ahí, todo es bien discutible, por no decir que manifiestamente mejorable. Sobre todo lo relativo a Ceuta y Melilla, cuya defensa sigue siendo ajena a las obligaciones de la OTAN: todo lo que no sea aparecer de manera específica en el Tratado deja en al aire la respuesta conjunta a un ataque de Marruecos, por mucho que la propaganda sanchista se empeñe en decir que las menciones a la frontera Sur en la hoja de ruta de la Alianza signifiquen algo parecido.

No es cierto y, al contrario, las menciones al Sahel como punto conflictivo en África, refuerzan en realidad el liderazgo de Marruecos y su evidente cercanía a los Estados Unidos, que confía en Rabat como gendarme de la zona frente a Argelia y el inquietante fenómeno terrorista que se extiende como la pólvora por el Continente vecino.

Tampoco se han derribado los aranceles americanos a los productos españoles, que hubiera sido lo razonable para compensar, siquiera mínimamente, los compromisos de Sánchez en materia económica o estratégica en favor de Estados Unidos: ampliar el gasto en Defensa, ceder más espacio en Rota o sostener la compra de gas licuado son beneficios para Washington que no encuentran moneda de cambio.

¿Incitar a China?

Las reuniones de este tipo no pueden tener un contenido estrictamente doméstico, sea quien sea el país organizador, pero es compatible diseñar una estrategia global con atender asuntos bilaterales y dejarlos cerrados, algo que no ha ocurrido.

Y tampoco es muy tranquilizador que, más allá de grandilocuentes declaraciones, el principal efecto práctico de la Cumbre haya sido indignar a China. Eso ya se hizo con Rusia y los tétricos resultados son conocidos por todos.

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