España arde y el Gobierno solo sabe culpar en vano al cambio climático
El calentamiento global agrava los riesgos, pero no justifica los pavorosos incendios que asolan España: Sánchez es un negligente que no escucha al mundo rural.
Más de 20.000 hectáreas de monte han ardido en España en los últimos días en los 36 incendios declarados en Extremadura, Castilla y León, Galicia, Andalucía y Cataluña, con dos víctimas mortales, un brigadista de Zamora de 63 años y un pastor de la zona.
El balance de la temporada de incendios, que se ha adelantado por la ola de calor y no ha dado tregua desde primavera, es desolador: en lo que va de año ya han ardido más de 70.000 hectáreas, lo mismo que en todo 2021, con miles de personas desalojadas e imágenes dantescas en lugares como Las Hurdes, Sierra Culebra, Mijas o el parque natural de Monfragüe, entre otros.
Un balance provisional tan trágico obliga a hacer una reflexión que exceda de señalar al cambio climático y a la ola de calor como responsables del drama, como ha hecho Pedro Sánchez para esquivar su propia responsabilidad: es cierto que las elevadas temperaturas durante tantos días seguidos aumentan el riesgo de incendio y que el calentamiento global aumenta los riesgos al hacer descender la humedad y elevar la sequía del campo.
Pero la clave está en la abundancia de material combustible en el monte por el abandono de la vida rural, la falta de mantenimiento natural con la ganadería y la agricultura, la insuficiencia de cuadrillas de prevención ya tención rápida de fuegos e incluso algunas leyes en exceso proteccionistas que impiden los trabajos de saneamiento de los espacios verdes por la supuesta salvaguarda de especies allí presentes.
Un Gobierno superado
Hace mucho calor y el monte está seco en buena parte del sur de Europa, asolada por el fuego en España, Italia, Portugal o Grecia. Desde luego. Pero todos los factores citados son los más decisivos: la ola de calor y la sequía multiplican los riesgos, pero el estado del monte y el formidable material combustible que acumula es lo verdaderamente decisivo y exige una respuesta urgente alejada de dogmas.
Basta con hablar con la gente de campo para encontrar el camino correcto. Y hasta ahora no se ha hecho, como evidencian las quejas unánimes, por distintas razones, del mundo de la ganadería, la agricultura o la caza, denigrado de manera reiterada por un Gobierno superado de nuevo.