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Feijóo ganó, España perdió por Sánchez

Pedro Sánchez antepuso de nuevo sus intereses sectarios a las necesidades de España y rechazó la mano tendida de un dirigente que se comportó ya como un presidente.

Feijóo en el Senado

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El esperado debate en el Senado entre Feijóo y Sánchez concluyó sin sorpresas, en el sentido de que confirmó la nula disposición del presidente del Gobierno a entenderse y alcanzar pactos con el jefe de la oposición, al que luego sin embargo copia medidas tan llamativas como la bajada del IVA del gas del 21% al 5%.

La actitud de Sánchez fue, una vez más, la propia de un aspirante con malos modos, y no la de un presidente sensato que, en un momento de enormes adversidades, antepone las necesidades del país a los intereses propios y busca acuerdos que reduzcan la tensión política y antepongan el trabajo conjunto en favor de la sociedad.


Que el líder socialista insultara y denigrara a un rival que le tendió la mano y le garantizó su respaldo en los grandes asuntos de país, le retrata muy negativamente, pero no supone una novedad: toda la carrera de Sánchez se sustenta en el frentismo, la división y la ruptura de consensos, que solo busca para lograr el poder o mantenerse en él, al precio que sea y con los peores aliados imaginables.

Refuerzo de Feijóo

En ese escenario, que refuerza a Feijóo claramente como alternativa y explica por qué sube en los sondeos frente a un contrincante alicaído, el debate del Senado tiene al menos una virtud: anticipa cómo será la oposición cuando el PP vuelva al Gobierno, con Sánchez y sin él.

Porque le dejará la peor herencia de la democracia y, lejos de esconderse, agitará la vida pública cuando empieza a gestionarla con los ajustes y la sensatez que ahora brillan por su ausencia en Moncloa.