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Feijóo retrata a Sánchez con un baño de realidad frente a su propaganda

El presidente del Gobierno queda en evidencia ante el líder del PP en un debate en el Senado que confirma el alejamiento del Gobierno de las soluciones que necesita España.

Feijóo y Sánchez, en el Senado

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El debate entre Feijóo y Sánchez en el Senado tuvo, como principal aspecto positivo, la renuncia del segundo al tono agresivo que suele caracterizar al líder socialista, empeñado en hacer una caricatura insostenible de su rival como un radical con el que resulta imposible pactar nada.

La rebaja de la tensión no es una concesión de Sánchez, sino la asunción de que ese discurso no resulta verosímil: el frentismo que suele practicar este PSOE, en todos los ámbitos, no solo busca enemigos inexistentes para hacerlos irreconciliables, sino que además tensiona innecesariamente a la sociedad, instigando bandos ficticios que no se corresponden con el sentir mayoritario.

A partir de ahí, todo lo que se vio en la Cámara Alta fue una fotografía perfecta de la situación política española: a un lado hay un presidente alejado de la realidad, insólitamente triunfalista y dispuesto a ignorar los contundentes avisos oficiales que recibe por su política económica, nefasta y empobrecedora.

Y al otro, un aspirante a la Presidencia que le ofrece su mano para alcanzar pactos en la línea prescrita por el Banco de España, la Airef, Funcas, el BBVA, el FMI o la propia Comisión Europea, sustentados en una máxima: no se puede engordar la recaudación pública gracias al drama de la inflación para, con el excedente de ingresos, desarrollar una política asistencialista y clientelar.

Sánchez no tiene solución

El retrato de Sánchez que hizo Feijóo como alguien alejado de la realidad y, por tanto, de los españoles, es inapelable. Y su disposición a auxiliarle, por contra, muy razonable: la situación de España es de una situación extrema, y no se entendería que nadie se negara a alcanzar consensos de salvación nacional.

Eso es lo que ha ofrecido el presidente del PP a su némesis en Moncloa, aunque sea una propuesta en balde: Sánchez lo confía todo ya a mantener el espejismo de que, por tocada que esté la economía, su Gobierno pueden compensarlo con subvenciones, aunque sea al precio de empobrecer fiscalmente aún más al conjunto de la sociedad. Se trata de una lamentable estrategia electoral, impropia de alguien que solo debería pensar ahora en el país que gobierna.

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