El burdo maquillaje del paro que ya no engaña a nadie
El ruidoso autobombo del Gobierno de Sánchez no es capaz de ocultar la torpe y aberrante manipulación de los datos de desempleo y de las perspectivas de creación de puestos de trabajo.
Tras la bajada de las cifras del paro en algo más de 33.500 personas en el mes de noviembre, el presidente Pedro Sánchez se ha vuelto a poner a la cabeza del frenético autobombo del Gobierno. Gracias a las medidas puestas en marcha por el Ejecutivo, según Sánchez, España creará más puestos de trabajo, rebajará más el desempleo y alcanzará un crecimiento mayor que la práctica totalidad de los países de su entorno. Pero esta euforia no tiene capacidad para tapar que el examen de los datos que ofrece el departamento que capitanea Yolanda Díaz se cifra más en fundamentos sectarios que en criterios de un rigor económico medianamente serios.
Con echar mano del último informe de Eurostat, que presenta a España como el socio comunitario con una mayor tasa de desempleo, doblando la media de la zona euro y del conjunto del bloque, ya sería suficiente para echar por tierra este triunfalismo desmesurado, ajustarse a un análisis serio de la realidad y ponerse a buscar alternativas de enmienda.
Porque cada son más las entidades y servicios nacionales e internacionales que, con toda la razón del mundo, no se fían de los números que aporta el Ministerio de Trabajo y Economía Social. Entre personas registradas, no ocupadas y de disposición limitada pueden llegar a salir cerca de 3,4 millones de personas inscritas en el SEPE, según algunos analistas. La figura del fijo discontinuo como fórmula de contrato representativo, que impuso la 'contrarreforma' laboral de Sánchez y Díaz, ha trastocado el reflejo del mercado de trabajo hasta alterarlo, camuflando la temporalidad por una ocupación parcial y efímera.
Contratos indefinidos con despidos bien definidos
A todo ello hay que unir que la media de todos los contratos se ha situado en 45 días, el más bajo desde 2006; que el número de horas trabajadas en España se ha hundido en lo que va de año; que la única creación de empleo es la existente en el ámbito público y que se firman obligatoriamente contratos indefinidos que acaban terminando en despido definido e inmediato.
Y más grave aún que todo eso es que tamaño desbarajuste y su altísimo coste se sostiene a costa de exprimir hasta el tuétano a pequeños empresarios, autónomos y trabajadores por cuenta ajena, a disparar la deuda pública y a crear redes clientelares forzosas. Una sangría demasiado escandalosa como para ocultarla, de aquí que los maquillajes de Sánchez, Díaz y su guardia pretoriana ya no engañen a nadie.