Tras la amnistía, a por la autodeterminación
Los separatistas están alcanzando sus objetivos poco a poco y nada invita a pensar que Sánchez moverá un dedo para impedir su última conquista: organizar el referéndum de independencia.
Con la revisión a fondo de los delitos de sedición y malversación, los separatistas han conseguido lo que querían de Pedro Sánchez: dejar sin efecto por completo la acción legal del Estado contra la intentona golpista de octubre de 2017 e imponer una amnistía en toda regla contra los sediciosos. Pero no parece que Oriol Junqueras y compañía quieren quedarse con ese triunfo solo.
Porque no hay duda de que ha sido un éxito en toda regla para los enemigos de nuestro orden constitucional: abaratar al máximo su agresión al Estado y sus leyes para salir indemnes y, lo que es peor, alentados para proseguir con sus planes secesionistas.
No hay más que ver que Junqueras ya ha avanzado los detalles de su próximo objetivo, el referéndum de autodeterminación bajo unas condiciones absolutamente delirantes. Pero ni eso, ni la humillación que ello representa, es problema para el presidente del Gobierno, que ya no tiene más que acostumbrados a desdecirse.
Indultar parecía una línea roja, y Sánchez no dudó en cruzarla. De la sedición admitió que se revisarían las penas, y la derogó. Trocear el delito de malversación se antojaba un límite infranqueable, y en tiempo récord se ha pasado por encima
Indultar parecía una línea roja, y el presidente no dudó en cruzarla. De la sedición admitió que se revisarían las penas, y la derogó. Trocear el delito de malversación se antojaba un límite infranqueable, y en tiempo récord se ha pasado por encima.
Sánchez y su medalla de la pacificación catalana
Se amputa y rediseña el Código Penal a la medida de una patulea de independentistas, todos satisfechos de haber violado las leyes para celebrar un referéndum coartada que desactivara en Cataluña la Constitución y la desconectara de España. Y Pedro Sánchez se cuelga la medalla de la pacificación, a la vez que se asegura la poltrona de Moncloa.
Así las cosas, a estas alturas nadie apuesta un duro a que el jefe del Ejecutivo plantará cara a esta última reivindicación 'indepe'. Si hay que apostar, que sea por Sánchez sacando pecho tras ayudar a convocar el referéndum separatista; qué más da que sea a costa de arruinar la democracia española.