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Zapatero visita a su dictador favorito: ¿por qué ese afán en legitimar a Maduro?

El expresidente del Gobierno debería aclarar de una vez, si puede, qué hay tras esa relación tan cordial con el sátrapa venezolano. Lleva más de 40 viajes desde 2015, el último esta semana.

Nicolás Maduro recibe al expresidente Zapatero este jueves en Venezuela

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Lo de Zapatero con Venezuela ya pasa de castaño a oscuro. De nuevo ha viajado al país caribeño para abrazarse a Nicolás Maduro. Otra vez más. Van más de 40 desde 2015. En esta ocasión, como es habitual, ha sido recibido como lo que es, un amigo. No hay más que ver las imágenes de la televisión oficial en las que el expresidente intercambia gestos de complicidad no sólo con el dictador sino con su mujer -“la primera combatiente”, como la llama el régimen-, con la vicepresidenta Delcy Rodríguez y con el presidente ilegítimo de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez Gómez.

Ninguno de sus anfitriones venezolanos podría poner un pie en la Unión Europea ni en Estados Unidos, pero Zapatero está con ellos como en casa. Es verdaderamente inexplicable. Tenemos todo el derecho del mundo a preguntarnos qué hay detrás de ese inusitado afán de nuestro expresidente del Gobierno en legitimar ese régimen dictatorial que no solo cercena los derechos fundamentales de los venezolanos sino que ha llevado al país a la miseria material.

Ninguno de sus anfitriones venezolanos podría poner un pie en la Unión Europea ni en Estados Unidos, pero Zapatero está con ellos como en casa.

Aquí hay que recordar que el exjefe de los servicios de Inteligencia Militar del chavismo, Hugo 'el Pollo' Carvajal, declaró en la Audiencia Nacional que Zapatero posee una mina de oro en Venezuela, quizás el pago a los servicios que presta al régimen. Es posible que sea un disparate, no lo sabemos, pero desde luego nadie ha dado una explicación coherente a sus constantes visitas a Venezuela y a la campaña permanente de ZP a favor de Maduro.

El expresidente siempre ha justificado su presencia constante en Venezuela como un supuesto intermediario entre el Gobierno de Maduro y la oposición. Nunca ha aclarado cuánto cobra del régimen, porque es impensable e increíble que lo haga de manera altruista. Además, su coartada de velar por una transición pacífica en Venezuela se cae ante la realidad de que ese país no ha dado ni un paso en favor de la democracia desde 2015 hasta hoy, más bien todo lo contrario.

Defensa pública de Maduro

Y es que basta recordar las declaraciones que efectuó en Caracas al día siguiente de las fraudulentas elecciones de noviembre de 2021. Fraudulentas porque todo lo que sucede allí desde el punto de vista electoral está viciado desde el origen: no hay libertad real de prensa, los opositores son encarcelados o silenciados y, en consecuencia, a la oposición le resulta es imposible concurrir a unas elecciones en igualdad de condiciones y con unas garantías mínimas de limpieza en el proceso.

A Zapatero eso le importa muy poco. Lo obvia. Así, en aquellas declaraciones de noviembre de 2021 afirmó cosas tan vergonzosas como que “la oposición es más plural de lo que se piensa”. Le faltó añadir un “que no se quejen”. Por eso afirmaba sin rubor que “hay que confiar y hay que apoyar a Venezuela”. Un simple botón de muestra, porque hay decenas de declaraciones similares.

El expresidente siempre ha justificado su presencia constante en Venezuela como un supuesto intermediario entre el Gobierno de Maduro y la oposición, pero la realidad es que ese país no ha dado ni un paso en favor de la democracia desde 2015 hasta hoy, más bien todo lo contrario.

Cuando decimos que Zapatero visita de forma asidua el país caribeño no exageramos ni un ápice. Solo entre 2015 y 2019 viajó 37 veces a Venezuela. La pandemia cortó el ritmo y aún así en 2020 se desplazó en dos ocasiones allí y una más en 2021. El año pasado consta otro viaje en octubre y ahora este. En total, 41 visitas en poco más de un lustro.

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