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Sánchez busca enterrar a Podemos para que su ticket con Yolanda Díaz funcione

Moncloa perfila el plan del presidente bajo el lema "o ellos o yo". El socio morado es el gran estorbo y el obstáculo a despejar con la vista puesta en 2023. Y Sumar tiene su papel.

Yolanda Díaz, en el Congreso.

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Con un horizonte tan incierto para los intereses socialistas, Pedro Sánchez se cree capaz de tapar las huellas de todas las cicatrices que ha dejado esta legislatura. “O ellos o yo” es el eje de sus movimientos. Tampoco tiene más caminos. Surge así la decisión de borrar pistas, esconder vergüenzas y enterrar a Podemos.

Sánchez quiere asentar a su izquierda el proyecto de Yolanda Díaz, mucho más presentable ante la opinión pública que el “bronco y sectario” pablismo. Entre otras razones, porque los Pablo Iglesias, Ione Belarra e Irene Montero ya le han costado demasiados votos.

El PSOE quiere ahorrar confusión a los votantes de la izquierda, que se escapan a la abstención por tanta trifulca. En ese difícil equilibrismo se encuadra también el programa de Sánchez hasta el último domingo de mayo.

El presidente necesita poner el contador a cero y hacer creer que comienza una nueva etapa, aunque los actores en realidad sean los mismos. Su ticket con la vicepresidenta segunda debe neutralizar a Podemos. Éste es el fondo de la cuestión: que Iglesias acabe de tomar conciencia de su debilidad.

El timing entre Sánchez y Díaz lleva ya al mismo núcleo duro presidencial a hablar en nombre de la inventora de Sumar. “Ella sabrá ser generosa con Irene”, señalan en las alturas de La Moncloa. Eso sí, siempre que medie una rendición de armas de su organización.

Efectivamente, el silencio oficial aplicado por la sala de máquinas del PSOE se compadece poco con la cuidadosa monitorización del revuelto espacio a su izquierda. El alto mando sanchista anhela rentabilizar al máximo el voto del bloque de la izquierda y se queja a menudo del gusto de Díaz por ser esquiva y ponerse de perfil ante casi todo, pero al menos ha podido celebrar su presencia en el debate de la reforma de la ley del solo sí es sí.

Un gesto necesario, a ojos socialistas, “no tanto para apoyar a la ministra de Igualdad sino como muestra de cercanía al grupo parlamentario de Unidas Podemos”.

Mientras, se mantienen a la espera del 28-M para que las urnas acaben haciendo entrar en razón a los morados, que van a seguir dejándose votantes. Llegado ese punto, “recapacitarán”. Eso, al menos, quieren creer.

El presidente necesita poner el contador a cero y hacer creer que comienza una nueva etapa, aunque los actores en realidad sean los mismos.

En el ínterin, tal y como se escucha entre las paredes de la sede de la calle Ferraz, la orden trasladada por Sánchez es evitar los choques con Podemos y dejarlos hacer, ante su desatada necesidad de marcar perfil propio con brotes de escalada verbal y el desbocado enquistamiento de sus posiciones.

El PSOE quiere ahorrar confusión a los votantes de la izquierda, que se escapan a la abstención por tanta trifulca. En ese difícil equilibrismo se encuadra también el programa del presidente del Gobierno hasta el último domingo de mayo.

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