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Como una ola

El mal perder de Pedro Sánchez y tras una reunión semi clandestina en la Moncloa, cambió el guion e impuso un nuevo relato: la ola debía de ser definida como “reaccionaria”

Alberto Núñez Feijóo

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El triunfo del Partido Popular en las elecciones municipales y autonómicas del pasado 28 de mayo ha sido interpretado como la llegada de una ola que ha arrasado a la izquierda sanchista. No obstante, el discurso ha ido variando desde la noche electoral, y el factor de cambio ha sido la convocatoria de elecciones generales para el 23 de julio.

Así pues, tras conocerse los resultados electorales escuchamos al ya exalcalde de Valencia - para suerte de los valencianos- Joan Ribó, hablar de “ola azul”. También, la portavoz del PSOE, la ministra Pilar Alegría, que no hacía mucho honor a su nombre, hablaba de tsunami. En dichas frases se ponía de manifiesto un estado de ánimo de reconocimiento de la derrota sin paliativo y reconocimiento del triunfo popular.

El mal perder de Pedro Sánchez y tras una reunión semi clandestina en la Moncloa, cambió el guion e impuso un nuevo relato: la ola debía de ser definida como “reaccionaria”, justificando el adelanto electoral como un nuevo “no pasarán” de recuerdo guerracivilista, planteamiento muy del gusto de la mentalidad frentista del aún inquilino de la Moncloa.

El cambio de estrategia ha sido evidente y de nuevo Sánchez quiere salvar a Sánchez, convirtiéndose el partido socialista en un mero instrumento que debe plegarse a los intereses del “jefe". Los socialistas derrotados el 28-M son solo soldados prescindibles en la estrategia personal de Sánchez, e incluso los que se han salvado “in extremis” han recibido un silencio gélido como ha ocurrido con Page, que solo ha sido felicitado por el “amado líder” tras denunciar públicamente que estaba aún esperando alguna llamada de Moncloa trascurridas 48 horas de las elecciones.

La ola reaccionaria va a ser el lema de campaña del sanchismo herido de gravedad, y seguro que vemos cómo se desempolvan hechos y personas de hace decenas de años, a falta de poder desenterrar más muertos del Valle de los Caídos. Ya hemos visto el primer vídeo hablando del Prestige, del 11-M, o de la malvada derecha de hace 20 años. Evidentemente estamos ante una provocación que intenta llevar el debate electoral al pasado en vez de hablar de los 5 años de gestión sanchista.

La alarma reaccionaria, que sustituye a la ya fracasada alarma antifascista que fue el mensaje contra Ayuso en las elecciones autonómicas madrileñas de 2021 y que fue rematada en las autonómicas andaluzas, va ser la bandera de la izquierda Frankenstein. La hemos oído de los labios de la “médica y madre” Mónica García, de la sonrisa fría de Ione Belarra, de la mueca de Sandra Gómez, fracasada candidata socialista del Ayuntamiento valenciano, y de los zombies Ximo Puig y Vara.

Pero esta nueva estrategia de la Moncloa, que es quien ha asumido el relato de la campaña del 23-J dejando a la sede socialista de Ferraz con una sumisa función, choca contra el relato que triunfó el 28-M y que llevó a millones de españoles a las urnas: “la derogación del sanchismo”.

Se van a contraponer dos relatos dirigidos directamente al corazón de los españoles, uno apelando a la memoria histórica de un sector de los españoles anclados en el guerracivilismo del “no pasarán”, y otro dirigido a aquellos que se han cansado de dicho relato frentista y que quieren que el sanchismo, como forma de gobernar, sea pasado.

En las elecciones generales de julio se votará entre mirar al pasado o mirar al futuro, entre el frentismo y el odio ideológico, o pensar que fomentar la división es mala en España.

Por eso Sánchez mira al pasado para intentar salvarse a sí mismo, apelando al rencor y Feijóo mira al futuro hablando de un proyecto para todos los españoles, esos dos modelos serán los que compitan el 23-J. Estamos en los prolegómenos de una batalla electoral muy importante, y como estaremos en pleno verano se hablará mucho de olas, pero las mejores olas son las que nos llevan al futuro y las peores las que te arrastran al fondo del pasado.

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