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Editorial

El presidente no tiene quién le escriba

Sánchez está inmerso en una estrategia que consiste en presentarse como una víctima de casi todo: de la incomprensión, de los medios, de la extrema derecha y de los empresarios.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

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Para Pedro Sánchez todo gira en su estrategia y en su cabeza alrededor de él: el Rey Sol. En un par de entrevistas concedidas este fin de semana nos ha hecho saber lo mucho que sufrió en silencio durante la pandemia. Miles de muertos y nosotros sin acordarnos de su padecimiento en la Moncloa.

También nos ha contado que ha trabajado tanto y tan duro estos años que no le ha quedado tiempo para conceder entrevistas, excepto las que dado en repetidas ocasiones a La Sexta, la SER y El País, claro. Se le ha ido el poco tiempo libre que ha tenido en eso, en grabar vídeos jugando a la petanca con jubilados con carnet del PSOE y una serie que aún no ha visto la luz. Para los demás medíos no ha tenido tiempo, estaba trabajando.

Lo que ocurre es que los ciudadanos no le entienden porque la extrema derecha acapara los medios de comunicación que le retratan como un mentiroso, egocéntrico, capaz de cualquier cosa para mantenerse en el poder. No hay casi tertulianos progresistas, dice Sánchez, dispuestos a alabarle. Prácticamente solo tenia a Jorge Javier Vázquez, amigo con el que mantiene contacto, pero se ha ido. No le queda nadie.

Por eso ahora sí ha encontrado el tiempo que antes no tenía para pasearse por platós, emisoras y periódicos, para defender lo mucho que ha hecho por nosotros y lo poco que se lo hemos agradecido. Nos quiere mostrar su verdadera cara, muy alejada de esa imagen deshumanizada que mostramos a diario, dice.

Le acusamos de mentir cuando en realidad han sido “cambios de opinión” y le tratamos como a un amigo de Bildu cuando la realidad es que le separa “un abismo” de esa formación. Y así todo. Los medios, la ultraderecha y los poderosos aliados contra él.

Falta por saber si esa estrategia le sirve para algo. Hacerse pasar por una víctima ante los ciudadanos, que son las verdaderas víctimas de sus políticas y su forma de gobernar, no parece una receta llamada a tener éxito. Queda un mes para comprobarlo.

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