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Retraso en el voto por correo: puede ser un escándalo

Este 23J, por la fecha en la que Sánchez ha decidido poner las elecciones, cobra más protagonismo que nunca. A Correos las cuentas no le salen a 4 días de cerrar el plazo.

Una persona solicita el voto por correo en el Edificio de correos, a 14 de junio de 2023, en Madrid.

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No se trata de alarmar ni de preocupar a los ciudadanos sino simplemente de hacerse eco de lo que están avisando los sindicatos de Correos: faltan centenares de miles de votos por repartir, casi dos millones según ha declarado un responsable de CC.OO., y solo cuatro días para hacerlo, hasta el día 16, que es el último que Correos tiene de plazo para entregar los votos solicitados.

Pinta mal teniendo en cuenta que desde el día 3 que comenzó el reparto solo se han entregado 600.000 votos de los 2,3 millones solicitados. Es decir, en diez días se ha repartido una cuarta parte del total y quedan cuatro para llevar a sus destinatarios las otras tres cuartas partes. Las cuentas no salen salvo un acelerón de última hora que no parece posible a tenor de la insuficiente contratación de refuerzos que se ha llevado a cabo, según denuncian los sindicatos.

No parecen por tanto disparatadas las palabras del candidato del PP, Alberto Núñez Feijóo, que ha pedido a los carteros que hagan horas extra y que, si no se las pagan, él mismo se compromete a hacerlo en la primera reunión del Consejo de Ministros que él mismo presida. No se trata de poner en duda el sistema, como le acusan desde la izquierda, sino de poner en duda las intenciones y la eficacia del Gobierno. El voto por correo es seguro, pero esa seguridad no vale de nada si no se puede

votar.

No parece de recibo que los españoles estemos preocupados por si podremos ejercer el derecho al voto, sagrado en un sistema democrático. La angustia se debe sin duda a la fecha elegida por el presidente del Gobierno para celebrar las elecciones generales. El 23J, con millones de españoles desplazados de sus hogares por las vacaciones estivales, es la peor fecha posible si se quiere fomentar la participación y la mejor si lo que se pretende es desincentivarla y poner trabas para que vote el menor número de personas posible.

No obstante, Sánchez está jugando con fuego. Si el día 17 nos encontramos con que un número significativo de ciudadanos no han recibido el voto por correo y en consecuencia no pueden ejercer su derecho estaremos ante un escándalo mayúsculo, rozando el fraude electoral, que solo tendrá un responsable: el presidente del Gobierno.

Probablemente a él le dará igual o incluso le agradará -si es que es cierto que buscaba de manera premeditada una baja participación-, pero es probable que los votantes se lo hagan pagar en las urnas. Nos jugamos mucho, el enfado de buena parte de la población con Sánchez es ya muy

notable y esta podría ser la gota que colme el vaso.