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Wimbledon el 23J

Este torneo de tenis aúna tradición y progreso. Respetan sus tradiciones sin dejar de mirar al futuro. El sanchismo es lo contrario: reniega de nuestra tradición para enfrentar al país.

Alberto Núñez Feijóo viendo uno de los partidos de Carlos Alcaraz en Madrid.

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La ceremonia de entrega de premios del torneo de Wimbledon, coronando de manera oficiosa a Carlos Alcaraz como nuevo rey del tenis mundial, nos recordó a todos el valor de la tradición, del respeto a las costumbres arraigadas de un pueblo, de la importancia de las formas. En eso los británicos son únicos, hay que reconocérselo.

En Wimbledon todo es antiguo y moderno a la vez. Nos demuestra que se puede ser conservador y progresar, avanzar hacia la modernidad sin perder de vista de dónde venimos y cuáles son los rasgos que nos identifican. Los seres humanos nos juntamos en grupos sociales que, a su vez, se dotan de unas normas, unas costumbres y tradiciones. Una cultura que los define y los hace sentirse parte de un proyecto común.

En Wimbledon saben que conservar la esencia de las cosas no está reñida con ofrecer un espectáculo moderno y apasionante. Lo vemos todos los años sobre la hierba británica del All England Lawn Tennis and Croquet Club donde se rinde culto a la historia y a los tenistas que la han escrito y se aplaude la llegada de los jóvenes que vienen dispuestos a seguir escribiéndola.

Adoran a Federer, sus formas exquisitas y su tenis de gentleman y aplauden a rabiar el soplo de aire fresco que supone Carlos Alcaraz y su tenis futurista. Cambia el ganador, cambia el público, cambian los gustos sobre cómo jugar al tenis, pero las formas y la tradición se mantienen casi inmutables.

España en estos últimos años ha sido todo lo opuesto a Wimbledon. Lo que nos une se ha denigrado o al menos devaluado desde el Gobierno y las instituciones: nuestra historia de siglos; el logro de la Transición; la importancia de la Constitución y el respeto a la ley; la lengua común a todos; la familia tradicional; el valor del esfuerzo…

En lugar de todos esos valores que hay que conservar nos han vendido como progreso la acción de un Gobierno de coalición entre socialistas y comunistas que ha pactado con separatistas y herederos de ETA y que ha dividido a la sociedad entre buenos y malos, entre fascistas y progresistas, entre hombres y mujeres, entre españoles de primera y de segunda…


Parece que da igual que seamos una nación o un conjunto de autonomías o pequeños estados; que se trate de borrar la memoria de lo que ha supuesto ETA; que se destruya la indecencia de instituciones como el CIS o la Fiscalía General; que se reforme el Código Penal a la carta; que se vea y trate a la familia tradicional casi como una anomalía, etc, etc…

El 'sanchismo' es lo contrario a Wimbledon, es un proyecto que quiere renegar del pasado, de las costumbres, de los valores tradicionales para dividirnos y enfrentarnos. El próximo domingo, el 23J, tenemos la oportunidad de volver a dar valor a lo nuestro, expulsando de la Moncloa a Sánchez. Podemos inspirarnos en ese torneo británico de tenis que mima su pasado sin dejar de mirar al futuro.