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Besos a Delcy, elogios a Fidel

La izquierda de nuestro país no esconde su debilidad por las dictaduras comunistas. Son muchos los casos de una lista a la que ahora se une, de nuevo, un Sánchez que nos deja en ridículo.

Pedro Sánchez se salta el protocolo y saluda con dos besos a la número dos de Maduro, Delcy Rodríguez.

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La izquierda española siempre ha mostrado cierta debilidad por los dictadores comunistas de Hispanoamérica. La extrema izquierda directamente les ha elogiado y admirado. Ni unos ni otros, ávidos antifranquistas medio siglo después del franquismo, tienen demasiado reparo en codearse abiertamente con esos regímenes deplorables vigentes aún hoy en países como Cuba, Venezuela o Nicaragua, entre otros.

Felipe González se abrazaba con Fidel Castro y fumaban Habanos juntos entre risas; Zapatero, que no se levantaba al paso de la bandera de EEUU, se entregó hace unos años a la Venezuela chavista, trabajando para Maduro de forma bochornosa. Y Sánchez tiene oscuros episodios con ese mismo narco-régimen venezolano, casi siempre con la vicepresidenta Delcy Rodríguez como protagonista.

Al inicio de su mandato todos recordamos aquella extraña y nunca aclarada visita del ex ministro Ábalos con nocturnidad a un avión privado procedente de Caracas que hizo escala en Barajas con Delcy Rodríguez a bordo. La número dos de Nicolás Maduro tenía y tiene la entrada prohibida en la Unión Europea desde 2018 por ser “responsables de violaciones es de los derechos humanos y de socavar la democracia y el Estado de derecho en Venezuela”, nada menos.

Paradojas de la diplomacia, esa misma Delcy Rodríguez que no puede entrar en la UE entró este lunes en ella con todos los honores como representante de Venezuela en la cumbre entre la Unión Europea y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac). Pedro Sánchez fue el encargado de darle la bienvenida como presidente de turno de la UE. Se le vio encantado de hacerlo hasta el punto de plantarle dos besos que, por supuesto, no estaban en el protocolo ni venían a cuento.

Una cosa es recibir a una mandataria extranjera acusada de violar derechos humanos en su país - que al parecer no le quedaba más remedio- y otra muy diferente es mostrar cercanía, confianza y afecto hacia ella. Sánchez ha abochornado de nuevo a muchos españoles. Esta vez además ante la atónita mirada de la comunidad internacional. Su capacidad para elegir a los peores y ponerse junto a ellos es memorable. Siempre ha preferido a Bildu antes que a Vox, a ERC que al PP, a Delcy que a Cuca Gamarra.

Si históricamente el PSOE ha sido condescendiente con este tipo de regímenes, la extrema izquierda de Pablo Iglesias se ha declarado admiradora y discípula. Así lo hizo Yolanda Díaz hace unos años cuando, tras fallecer Fidel Castro, publicó un tuit en el que homenajeaba al dictador cubano. Además son públicas y notorias las estrechísimas relaciones que mantuvieron los fundadores de Podemos con otro dictador, el venezolano Hugo Chávez.

Por supuesto ellos no ven ninguna dictadura, como tampoco ven las colas, el hambre, la represión y el pisoteo de los derechos políticos de los ciudadanos.

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