Ruiz Mateos gana al régimen socialista (8 años después de su fallecimiento)
Con Miguel Boyer e Isabel Preysler protagonizó parodias y espectáculos circenses que 4 décadas después muestra que llevaba razón. No era lo que parecía pero fue lo que hoy dicta la Justicia.
El Estado español deberá recalcular la expropiación (mal entendida) de febrero de 1983 a la familia d. El reconocimiento por parte de la Justicia española de que las cosas con el dueño de Rumasa no se hicieron bien demuestran 40 años después que José María Ruiz Mateos no estaba loco. No era Superman. Ni la Abeja Maya. Ni una caja de bombones. Esos fueron disfraces para contar su verdad desde otros escenarios con otras indumentarias. Su verdadera razón de ser, aún disfrazada, fue la indignación.
Ruiz Mateos lo gritó. Lo vociferó. Lo representó. Su tema con el gobierno español de aquel momento no era una cuestión de expropiación sino de confiscación. LA diferencia en el Derecho Administrativo es sustancial, notable y diferencial. En la expropiación se entrega al Estado unos bienes que tienen que ser tasados según el “justiprecio”. En la confiscación no hay reembolso. Aquello tuvo más de confiscación que de expropiación. El dinero entregado a los Ruiz Mateos fue irrisorio. Simbólico. Nada que ver con la realidad. Entre no reembolsar y entregar lo que se entregó es lo mismo.
De aquellos días de 1983 quedan en la memoria de los españoles, los episodios protagonizados por José María Ruiz Mateos y el entonces ministro de Economía, Con puñetazo incluido. Después llegaría Isabel Preysler y todas las parodias que protagonizaron. Juzgados y sentencias de por medio. Un espectáculo circense que 4 décadas después demuestra que Ruiz Mateos llevaba razón. No era lo que parecía pero parece que fue lo que hoy dicta la justicia. Menos disfraces de entonces y más verdades de hoy. El espectáculo fue producto de la locura. Sin ser locos. Ni la familia ni el progenitor.
Los hijos de José María Ruiz Mateos celebran la victoria
Los hijos de Ruiz Mateos celebran la victoria. En silencio. Los descendientes del padre fueron testigos de cómo se destruía el imperio económico y social de la familia. Los hijos decidieron apartarse de la vida pública. Otros, y por otras razones paralelas, ingresaron en prisión. Uno de ellos, Álvaro Ruiz Mateos ha rehecho su vida. Su familia es su mujer y sus dos hijos. Y el que viene en camino. Cambiaron de casa, teléfono y de vida. Y esperaron. Ha llegado el día. Ahora ha triunfado la marca Rumasa y toda su familia.
Ruiz Mateos siempre supo que fue la cabeza de turco del primer gobierno socialista de la democracia del 78. Hoy ya no son poseedores de aquella verdad. Son propietarios. De la verdad y de que la defendieron durante años. La “no mentira” tiene un camino. A veces se llega tarde. Al menos para los que no están. Ruiz Mateos fue un personaje de la crónica rosa además de la política, económica y social. Ruiz Mateos tenía razón. Lo suyo no fue una expropiación. Fue confiscación. Hoy los españoles pagaremos las consecuencias del primer socialismo de nuestro país. Las deudas del Estado son deudas repercutidas en los contribuyentes. No en unas siglas políticas.