Sánchez marca una legislatura de tierra quemada para España
Las exigencias de Puigdemont son sólo el principio. ¿Amnistía? Ya están buscando el encaje jurídico. ¿Referéndum? Esa píldora nos la tragaremos debidamente endulzada
Habría que rebuscar mucho para encontrar en la reciente historia de la Unión Europea un despropósito democrático como el vivido el lunes. Yolanda Díaz se reunió en la sede del Parlamento Europeo con el fugado de la Justicia, Carles Puigdemont. ¡Paren las rotativas!
¿Cómo puede una vicepresidenta del Gobierno otorgar condición de interlocutor a quien es un rebelde ante los tribunales de su país, encabezó la ruptura del orden constitucional y rompió la convivencia en Cataluña? Pedro Sánchez la cesará de inmediato, pensaron los bienintencionados que siempre buscan justos en el PSOE. Es lo lógico.
Pues bien, ya han pasado tres días desde el esperpento y lo único que se ha oído del presidente son juegos florales alrededor de la palabra "convivencia". Aquí no pasa nunca nada si quien protagoniza el enredo es un "progresista".
Más aún, ese enjambre (PSOE, Sumar, Bildu, PNV, BNG e independentistas catalanes), el Frankenstein Plus, que parece una amalgama mal avenida, resulta ser capaz de ponerse de acuerdo en lo importante sin titubear. Y lo importante, para ellos, es que el centro derecha no llegue a la Moncloa.
Sólo estamos al principio: amnistía y referéndum, lo que queda por ver
Sánchez lleva años deteriorando las instituciones, incluida la propia Jefatura del Estado, surfeando la Constitución, rompiendo la separación de poderes, tomando manu militari cualquier organismo que le sea necesario, demostrando una vez tras otra que está dispuesto a todo con tal de gobernar. Dejemos, por tanto, de rasgarnos las vestiduras. Él y sus ministros van hacer cualquier cosa para seguir en el poder.
Y eso que estamos al principio de las negociaciones. Así que lo que nos queda por ver va a ser un patio de Monipodio. ¿Amnistía? Ya están buscando el encaje jurídico para dejar limpios de polvo y paja a los encausados pendientes por el golpe del 1-O, incluido el ex presidente de la Generalitat de Cataluña. ¿Referéndum? Esa píldora, tranquilos, nos la tragaremos, debidamente endulzada, cuando deba llegar. Los españoles preferimos siempre un acuerdo a un conflicto. Con eso juega Sánchez.
¿Amnistía? Ya están buscando el encaje jurídico para dejar limpios de polvo y paja a los encausados pendientes por el golpe del 1-O, incluido el ex presidente de la Generalitat de Cataluña. ¿Referéndum? Esa píldora, tranquilos, nos la tragaremos, debidamente endulzada
¿Que todo esto es una humillante forma de cargar de razones al independentismo en su desafío al Estado? Pues, qué quieren que les diga, millones de españoles no lo creen así, la prueba es lo que votaron el 23J. Son muchísimos los que consideran que "hablando se entiende la gente" y que el diálogo, incluso con cesiones, es la mejor salida al "conflicto" con Cataluña.
"El problema Puigdemont", tal y como lo llama el Gobierno, está sobre la mesa de Sánchez, que va alfombrar sus apelaciones adoptando nuevos y temerarios regalos a los separatistas tras los indultos, el borrado de la sedición o la reforma de la malversación. "Toca remover obstáculos", admiten sus asesores con cuajo.
El PSOE, o al menos sus órganos internos, han sido moldeados a imagen y semejanza de su secretario general. Impera el cierre de filas
No me extraña que el residente del palacio de Waterloo se crea el rey del mambo. Pero la apuesta de Sánchez no encontrará obstáculo alguno en el PSOE. Es más, el partido, o al menos sus órganos internos, han sido moldeados a imagen y semejanza de su secretario general. Impera el cierre de filas, con la habitual excepción del presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page.
Tampoco el ex presidente Felipe González comulga con su sucesor, y arrastra una "orfandad" impuesta por un PSOE distinto al que resultó ser el suyo. "Que se vaya al PP", oigo decir como si tal cosa a actuales dirigentes, en una descorazonadora pérdida de memoria histórica.
El socialismo no tiene solución.