El neolenguaje de los meteorólogos o la cultura del palabro
Los meteorólogos se apuntan a la costumbre de los políticos de decir lo mismo de siempre, pero en raro para que parezca algo
No sé si le ocurre a todo el mundo, pero de un tiempo a esta parte, nunca mejor dicho, los pronósticos meteorológicos me tienen más que desconcertada. Tampoco es que sea algo que haya ocurrido de la noche a la mañana, no. La estrategia, bastante sibilina por cierto, ha sido la ir introduciéndonos términos complicadísimos para explicarnos, unas veces lo de siempre, y otras, lo imposible.
Ahora resulta que las borrascas, con su lluvia, su viento y su bajada de temperatura de toda la vida, son "DANAS", o lo que es lo mismo: Depresiones Aisladas en Niveles Altos. Lean la definición de borrasca y busquen las diferencias.
Cuando la borrasca en cuestión es de las de aquí te pillo, aquí te mato, ya no es que vayan a caer chuzos de punta, es que lo que tenemos es una ciclogénesis explosiva, término muy poco tranquilizador que invita a ponerte el escurridor de pasta en la cabeza y buscar un sótano para guarecerte de la catástrofe.
Lo último es, por lo visto, hablar del efecto Fujiwhara, descubierto por un japonés, que más allá de interesarse por convergencia de ciclones, lo que viene a concluir es que este septiembre tendremos, como todos los años, la tradicional gota fría.
Ciclogénesis explosiva es un término muy poco tranquilizador que invita a ponerte el escurridor de pasta en la cabeza y buscar un sótano para guarecerte de la catástrofe.
Mención aparte se merece otro término de reciente cuño, meteorológicamente hablando, y que nos ha hecho descubrir algo asombroso. Me refiero a la “sensación térmica”. Lo que se suponía que era algo absolutamente subjetivo, pues resulta que no, que ahora, además de la temperatura ambiente, nos dicen cuánto más frío o más calor vamos a sentir. Todos a una, como Fuenteovejuna. Yo le he intentado explicar a mi marido que no puede tener calor con 22 grados porque el del tiempo a dicho que la sensación térmica que está sintiendo es de 17. Él se empeña en que la suya es de 25, y otro tanto me ocurre a mí pero al revés, que con 22 grados estoy pelada de frío, como si nuestros cuerpos supieran más de ellos mismos que los científicos de la AEMET.
Total, que entre unas cosas y otras, yo ya veo la sección del tiempo con más aprensión que la de política nacional –en la que, ya puestos, podríamos hablar de una Sanchismogénesis persistente , de la "YOLI" como fenómeno tormentoso que se desplaza por Europa, o del efecto Puigdemont como consecuencia del las altas presiones existentes–, preparada para vestirme según la sensación térmica oficial– ni unos calcetines de más, ni un jersey de menos–, y ojo avizor por si sueltan algún palabro nuevo, que siempre se referirá a algo malo ( el buen tiempo sigue siendo buen tiempo sin anticiclones haciendo tonterías y presumiendo de nombre propio) y que me avisa de que donde mejor voy a estar es en casita…aunque como excusa para una baja laboral creo que, inexplicablemente, esa posibilidad todavía no se contempla