No se puede normalizar lo que ocurre: Sánchez supera cualquier pesadilla
El líder del PSOE acumula a su espalda una larga lista de ejemplos que evidencian que su beneficio personal y el de su partido están por encima del resto, incluso de los españoles.
Nadie creería hace unos años que un presidente del Gobierno pudiera hacer lo que está haciendo Pedro Sánchez sin despeinarse. Por supuesto, no se puede dar normalidad a que un político compre el voto de otros políticos corruptos eximiéndoles de sus delitos con una ley de amnistía a todas luces inconstitucional.
Tampoco se puede normalizar que los dos partidos del Gobierno negocien con un prófugo de la justicia ni que el aspirante a la Moncloa se haga fotografías con el partido heredero de ETA liderado por un terrorista que acoge en sus filas a decenas de terroristas e incluso les presenta como candidatos.
El problema es que antes de todo eso se normalizó ya que Sánchez otorgara el indulto a los políticos catalanes que habían atentado contra la Constitución; no causó demasiado revuelo que modificara el Código Penal al dictado de esos mismos políticos; se pasó página cuando Sánchez nombró fiscal general del Estado a su ministra de Justicia, y no se le dio la debida importancia a que el Tribunal Constitucional declarara contrarios a la Constitución dos Estados de Alarma aprobados por el Gobierno durante la pandemia.
También se olvido rápidamente que colocara en el Tribunal Constitucional a otro ministro de Justicia y a una alto cargo de Moncloa; se consintió que nadie asumiera responsabilidades políticas por una ley que desprotege a las mujeres hasta el punto de rebajar las penas a más de un millar de violadores y delincuentes sexuales; se tolera ahora que la presidenta del Congreso de cerrojazo a la Cámara durante tres meses, sin control siquiera al Gobierno, y se ve con normalidad que la vicepresidenta del Gobierno se abrace con Puigdemont.
El resultado de todos estos atropellos, y de algunas cosas más que se quedan en el tintero, es una democracia deteriorada con unas instituciones en entredicho y con la separación de poderes y la igualdad de los españoles amenazadas de muerte. Y eso no sucede por casualidad. Tiene un responsable claro y prácticamente único: Pedro Sánchez.
El líder del PSOE actúa sin escrúpulos, sin principios y sin palabra en su propio beneficio exclusivamente y a costa de todos los españoles. Da igual que consiga una mayoría parlamentaria que le invista presidente del Gobierno. No hay mayoría posible que legitime lo que es antidemocrático e inmoral.