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El "corazón de la Legislatura": los fuegos de artificio de Sánchez y Díaz

El simbolismo del presidente y de su vicepresidenta le parece suficiente apoyo al núcleo duro socialista para justificar, ante sus bases, la búsqueda de los votos de los independentistas.

Sánchez con Díaz, este martes.

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Al juntar los 120 del PSOE con los 31 de Sumar y los 6 de Bildu, Pedro Sánchez ha amarrado 157. A partir de ahí, y a estas alturas de la película, las negociaciones todavía por sellar para alcanzar la investidura, son extremadamente complicadas.

Porque hasta que no ate el camino con Carles Puigdemont, la reelección del presidente del Gobierno en funciones permanecerá en el aire. "Las conversaciones con Junts y ERC son tan discretas como intensas", apuntan desde La Moncloa que ya trata de construir por tierra, mar y aire su relato sobre la base de la entente programática sellada entre Pedro Sánchez y Yolanda Díaz. Su ruta para una legislatura pretendida de "cuatro años".

A ambos les sobra el gusto por la escenificación. Sánchez y Díaz dieron a su matrimonio la solemnidad del Museo Reina Sofía y el derroche de las grandes palabras. Los dos agotaron los calificativos. Los más repetidos fueron los de un nuevo Gobierno "progresista", "ambicioso" y "útil".

Feijóo emplaza al presidente del Gobierno y a su vicepresidenta a no distraer con fuegos de artificio, aclarar el estado de sus negociaciones con ERC y Junts y, sobre todo "a cambio de qué".

El simbolismo del jefe del Ejecutivo y de su vicepresidenta le parece suficiente apoyo al núcleo duro socialista para justificar, ante las propias bases, la búsqueda de los votos de los compañeros de viaje independentistas que exigen la amnistía como primera pantalla de un referéndum de autodeterminación y la designación de un relator de los acuerdos que se sellen. !Total, nada!

Así pues, sus manidos reclamos sociales también deben servir a frenar la zozobra de un ejército de cargos del PSOE ansiosos y necesitados de salir a contrarrestar una ofensiva del PP que les está proporcionando un fuerte desgaste.

Sánchez y Yolanda Díaz en la escenificación de su precario pacto en el Museo Reina Sofía.

Y es que andan en dique seco con los argumentarios envueltos en el papel celofán del reencuentro y la convivencia en Cataluña. La movilización de los populares encabezados por el propio Alberto Núñez Feijóo contra la pretensión de Sánchez de poner a cero el contador de las conductas delictivas de los secesionistas hace mella en la opinión pública.

Por eso mismo, el líder del Partido Popular emplaza al presidente del Gobierno y a su vicepresidenta a no distraer con fuegos de artificio, aclarar el estado de sus negociaciones con ERC y Junts y, sobre todo "a cambio de qué".

El secretario general del PSOE representa una alarmante amenaza para la continuidad de la España constitucional. Su desmontaje de la letra y el espíritu de la Carta Magna alcanza el punto de bloquear toda alternativa cuando él mismo, en su condición de candidato designado por el Rey Felipe VI, parece decidido a apurar la fecha de una investidura hasta el tope legal del 27 de noviembre. Y ello a pesar de que la Ley de Leyes habla en su articulado de la tramitación de "sucesivas propuestas" de aspirantes.

Al juntar los 120 del PSOE con los 31 de Sumar y los 6 de Bildu, Pedro Sánchez ha amarrado 157. A partir de ahí, y a estas alturas de la película, las negociaciones todavía por sellar para alcanzar la investidura, son extremadamente complicadas.

Aunque Sánchez se empeñe en continuar por esa deriva, Feijóo demuestra con sus actos que defiende un proyecto opuesto al suyo. De nada va a servir al PSOE y a Sumar sus promesas si golpean la actividad empresarial con más presión fiscal en medio de la actual crisis.

Es el alto precio de la sobreactuación presidencial al servicio de seguir en el poder. Con o sin el "corazón de la Legislatura", como denominan en La Moncloa el acuerdo programático de la coalición.

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