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Los españoles replican a Sánchez, el rey Sol: ¡Queremos votar!

La amnistía no es una decisión que pueda tomar unilateralmente el candidato a cambio de unos votos, afecta a la soberanía nacional, no sólo al Comité Federal del PSOE

Los españoles, todos, somos los que debemos decidir sobre la amnistía. Déjemos votar, señor Sánchez

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La famosa frase de los independentistas “queremos votar” se ha convertido en un clamor en toda la España constitucionalista. Así, millones de ciudadanos reclamamos a Pedro Sánchez que someta a referéndum nacional la aprobación o no de la amnistía ofertada a los imputados por los delitos cometidos el 1 de octubre de 2017. No es una decisión que pueda tomar unilateralmente el candidato a la investidura a cambio de unos votos, porque afecta a la soberanía nacional que, como dice el texto constitucional, reside en todo el pueblo español y no en 170.000 militantes socialistas.

Yo quiero votar y que se sepa cuál es mi posición, y estoy convencido de que hay millones de españoles que no quieren que Sánchez hable en su nombre, como ha afirmado de forma prepotente en su discurso ante su sumiso comité federal. Somos muchos los que rechazamos el autoritarismo del discurso sanchista que ha pretendido imitar al Rey Sol francés, Luis XIV, con su frase “el Estado soy yo”.

¡Pues no! El Estado no es Sánchez, ni el PSOE; somos todos los españoles que con nuestros impuestos sostenemos al propio Estado, por lo que nadie puede decidir en nuestro nombre algo tan importante como la derogación por la vía de los hechos de la constitución de 1978, que fue votada masivamente por los españoles con un récord de votos afirmativos en Cataluña.

Si tan seguro esta Sánchez de que actúa por el interés de España y por la convivencia entre los españoles, no debería negar esta consulta popular imitando a su aborrecido Felipe González, que convocó a los españoles al referéndum sobre la permanencia en la OTAN, cuando cambió de opinión, defendiendo públicamente el “Sí”.

Otro ejemplo de dignidad democrática fue el referéndum convocado por Adolfo Suárez en diciembre de 1976 para preguntar a los españoles si querían acabar con el franquismo y dar paso a una etapa democrática, apuesta valiente de un presidente con procedencia del Régimen y que puso en práctica la famosa frase de Torcuato Fernández Miranda: “el cambio democrático ha de ser de la ley a la ley”, sin saltos al vacío.

Dos presidentes de muy distinta procedencia, Suárez y González, fueron valientes y preguntaron a los ciudadanos para avalar un cambio esencial en su política. Por eso Sánchez, si desea legitimar su cambio radical en un tema tan sensible como es amnistiar los actos delictivos que llevaron al Estado de Derecho a una situación límite, debe de consultar a la totalidad del pueblo español, porque de lo contrario estará provocando una quiebra en la confianza democrática y sembrando la semilla de una fractura de la convivencia que puede ser muy peligrosa para el futuro de España.

1976, 1978 y 1986

No hay convivencia posible si hay sensación de impunidad, porque siempre existirá el convencimiento de que la medida se ha adoptado por conveniencia de un político sin escrúpulos. Por eso es tan necesario que la división se salve escuchando a los ciudadanos, que somos muy maduros para poder tomar una decisión de tanta importancia, como cuando nuestros padres votaron democracia en 1976, Constitución en 1978 y adherirnos de forma definitiva a la defensa de los valores occidentales en 1986.

Sánchez solo ha sido sincero cuando ha afirmado que para que haya investidura es necesaria la amnistía, reduciendo la necesidad de esta medida a la de poder formar gobierno y así salvar su futuro personal y el de su partido. En la gran farsa del Comité Federal, el candidato no ha podido explicar los beneficios de la amnistía para los españoles, más allá de un simple beneficio propio mediante el cambio de cromos con los políticos a los que va a favorecer esta medida tanto en su futuro procesal como en sus propios bolsillos, porque la amnistía supondrá que se le tengan que devolver las multas y embargos llevados a cabo por la Justicia y por el Tribunal de Cuentas.

Si no hay consulta, por mucho que un Tribunal Constitucional bastante cuestionado avale la amnistía, se habrá producido una quiebra en la opinión pública que costará mucho cerrar, como ha reconocido el presidente de Castilla-La Mancha, que ha hablado de terremoto en el electorado socialista. Por eso quiero votar y que las urnas hablen de forma clara. No puedo tolerar que otros hablen por mi porque no estamos en una autocracia sino en una democracia en la que la soberanía reside en el pueblo español y no en el Comité Federal socialista, como en la Venezuela de Maduro.