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El nuevo Gobierno de cartón piedra de Pedro Sánchez

Los ministros van a ser un decorado o, en el mejor de los casos, unos meros ejecutores de las órdenes. Las decisiones importantes se van a tomar en Bruselas, en Cataluña y en Vitoria

Pedro Sánchez recibe el aplauso de sus ministros

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Es previsible que Pedro Sánchez anuncie este lunes los nombres de su nuevo Consejo de Ministros. Se escribirá mucho sobre los presentes, los ausentes, el número de hombres y mujeres, las imposiciones de Yolanda Díaz… La realidad es que todo eso es bastante indiferente en estos momentos y en este escenario concreto que atraviesa nuestro país. Las decisiones importantes no se van a tomar en la Moncloa sino en Bruselas, en Cataluña y en Vitoria fundamentalmente.

Los ministros van a ser un decorado o, en el mejor de los casos, unos meros ejecutores de las órdenes que les lleguen desde fuera. El presidente del Gobierno ha decidido ponerse en manos de unos partidos que no desean otra cosa que la desintegración de España y su Constitución. “Con nosotros no juegue”, le decía en la sesión de investidura una portavoz separatista. “Tenemos capacidad para obligarle”, le recordaba otro a un Pedro Sánchez incapaz de rebatirles.

Si Sánchez no obedece, adiós a la legislatura. Así que probablemente su única salida sea aparentar que gobierna, haciendo suyas las órdenes que vaya recibiendo. Es lo que ha hecho con la ley de amnistía, transmutada como por arte de magia de inconstitucional a indispensable para el interés general de España. Los mismos que la negaban con toda contundencia la defienden ahora con pasión. Y lo mismo pasará, por qué no, con el referéndum de autodeterminación, la última estación de este viaje sin sentido en el que ha embarcado Sánchez a España.

Nunca un Gobierno nació tan débil, tan entregado y tan humillado. Es el precio que ha querido pagar para continuar en la Moncloa. Sólo él lo ha decidido y sólo es el responsable, aunque las consecuencias las vamos a pagar todos los españoles, también los que aún le aplauden.

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