Armengol y Alegría, dos mitineras, deben respetar su papel institucional
La presidenta del Congreso y la portavoz del Gobierno tienen algo en común: no respetan su posición institucional y actúan como portavoces del PSOE con un alarmante desparpajo
La presidenta del Congreso, Francina Armengol, y la portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, tienen algo en común: no respetan su posición institucional y actúan como portavoces del PSOE con un alarmante desparpajo.
El último episodio ocurrió este miércoles en el Congreso, en la solemne sesión de apertura de la legislatura presidida por Felipe VI. Francina Armengol, en el discurso institucional que le corresponde pronunciar como presidenta de la Cámara Baja, se dedicó a dar un mitin, ensalzando los logros de Pedro Sánchez y de su Gobierno, utilizando incluso las expresiones habituales y dando por sentados logros sociales que a muchos españoles quizás no se lo parezcan.
Tan bochornosas fueron sus palabras para una presidenta del Congreso que incluso durante el discurso se comenzaron a escuchar rumores de desaprobación en las bancadas del PP y Vox, algo inédito en estas sesiones donde la solemnidad y el sentido del decoro institucional obligan a asumir una neutralidad exquisita.
Lo de Pilar Alegría es igualmente denunciable. En la rueda de prensa tras el último Consejo de Ministros, la portavoz y ministra de Educación comenzó a atacar a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en unos términos que resultarían normales en el portavoz del PSOE, no en una representante del Gobierno hablando desde la Moncloa.
Pero no terminó ahí esta actuación. Preguntada por los verificadores y las reuniones en el extranjero entre miembros de Junts y del PSOE, Pilar Alegría contestó que cuando hubiera algo que comunicar lo harían. La ministra portavoz del Gobierno se mostró dispuesta a dar explicaciones cuando toque de una reunión de su partido con otro lejos de España y con un árbitro internacional.
En este asunto, desde luego, hay mucha oscuridad. Más allá de la humillación que supone para España, que hay que denunciarla a diario, deberían aclararnos quién y cómo se van a pagar esos viajes, esos hoteles y esos emolumentos que puedan cobrar los verificadores. Necesitamos saberlo, no vaya a ser que de nuevo se confunda lo público con lo privado y sean nuestros impuestos los que acaben pagando todo eso.